Copenhague sufre una ola de disturbios de tinte racista entre una banda de moteros e inmigrantes
El Periodico, , 20-10-2008Hace dos sábados, M’Bossaran Cisse, una mujer danesa de origen guineano, preparó una cena para sus amigos en su céntrico apartamento de Copenhague. De los muchos imponderables que podían darse, uno de los más improbables es que una bala perdida atravesara la ventana y casi matara a la anfitriona. Pues es, precisamente, lo que ocurrió en pleno centro de una de las capitales europeas consideradas más avanzadas.
El proyectil procedía del arma de un inmigrante perseguido por la calle por tres asaltantes en coche, con toda probabilidad, miembros de la banda de motards internacionalmente conocidos como Hell’s Angels (Ángeles del Infierno).
Este es un significativo ejemplo del ambiente crispado que se ha instalado en la ciudad. Es solo uno de los 21 enfrentamientos armados que han protagonizado moteros e inmigrantes, unos y otros vinculados con el mundo de la delincuencia, en los dos últimos meses.
Un fallecido
El balance de daños ya cuenta con una persona muerta y seis heridas. Mientras las autoridades temen que el racismo que subyace en estos episodios de violencia se extienda a otros sectores de la sociedad, la policía alerta de que ciudadanos que nada tienen que ver, como
M’Bossaran Cisse, acaben padeciendo en sus carnes las consecuencias.
“Es un milagro que ninguna víctima inocente haya sido alcanzada en estos enfrentamientos inquietantes”, argumenta el portavoz de la policía de la capital danesa, Flemming Steen Munch, para añadir: “Estamos haciendo todo lo que podemos para evitar lo peor”.
El portavoz policial asegura que hay “múltiples” elementos, todos ellos complejos, que se entremezclan en este fenómeno – – “control del mercado de la droga, control de territorios y la venganza bajo el principio del ojo por ojo, diente por diente”. Pero el origen de esta última ola de enfrentamientos lo sitúa en el asesinato de un inmigrante de 19 años, Osman Nuri Dogan, el pasado 19 de agosto, acribillado con 25 balazos delante de una pizzería de Copenhague. Un miembro de los Hell’s Angels fue arrestado pero, con posterioridad, liberado por falta de pruebas. El enfrentamiento estaba servido y solo ha hecho falta alimentarlo desde entonces. “Asnos y chacales”. Son las descripciones que hizo el líder de la banda de motards, Joenke Nielsen, de dos inmigrantes presos.
Presión policial
Para intentar acabar con esta guerra larvada entre los moteros y los inmigrantes, la policía ha llevado a cabo operaciones en un vasto perímetro que abarca desde la capital, Copenhague, hasta Aarhus y Odense – – las tres ciudades más grandes de Dinamarca – – con la incautación de “más de 200 armas ilegales”.
“Han sido efectuados más de 3.000 registros corporales y de vehículos, decenas de incautaciones y 40 personas han sido detenidas provisionalmente”. Es el balance transmitido desde el Ministerio de Justicia, del que depende la policía. El titular de Justicia, Brian Mikkelsen, ha prometido ejercer “presiones masivas en el ámbito de las bandas”. “No vamos a aceptar este tipo de ajustes de cuentas en Dinamarca”, añadió, para finalizar: “Nuestros conciudadanos deben poder circular por la calle con total seguridad”.
El primer ministro, Anders Fogh Rasmussen, insistió en que no permitirá que este conflicto desborde el ámbito de la delincuencia y derive en “confrontaciones dentro de la sociedad entre daneses e inmigrantes en general”. “Por eso, – – añadió – – combatiremos a la vez a las bandas de motards y de inmigrantes delincuentes”.
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