Llegó a Holanda en la adolescencia y actualmente es secretario de Estado para Asuntos Sociales

Amsterdam. Por primera vez en la historia de Holanda, un inmigrante musulmán será alcalde de una gran ciudad. El marroquí Ahmed Aboutaleb asumirá la alcaldía de la metrópolis financiera de Rotterdam, según decidió el jueves la mayoría socialdemócrata del consejo municipal.

La noticia dominó ayer el debate político en el país. El nombramiento de un musulmán en el cargo más alto de una gran ciudad es un “enorme avance en el debate nacional sobre integración de inmigrantes”, escribió ayer el diario cristiano – liberal Trouw .

En cambio, para el Partido por la Libertad y la Democracia (VVD), la elección de un musulmán con dos pasaportes emite una falsa señal. Aboutaleb, de 47 años, llegó a Holanda en la adolescencia y conserva su pasaporte marroquí.

El político hizo carrera en el socialdemócrata Partido de los Trabajadores (PvdA) y actualmente es secretario de Estado para trabajo y asuntos sociales en el gobierno de coalición de democristianos y socialdemócratas de La Haya.

Su nombramiento como alcalde de Rotterdam, cargo que ejercerá a partir del 1 de enero de 2009, debe ser ratificado por el Ministerio del Interior, aunque este paso se considera un mero formalismo. Todos subrayan que Aboutaleb enfrenta tremendos desafíos, en vista de que hace sólo unos pocos meses parecía que Holanda iba en camino a una confrontación entre la mayoría y la minoría de marroquíes y turcos, que no llega al tres por ciento de la población.

Con su film antiislámico Fitna, el jefe del ultraderechista Partido de la Libertad, Geert Wilders, echó más leña al fuego acerca de la forma de tratar a estos jóvenes holandeses de origen marroquí que buscan curar sus frustraciones en el odio religioso y que a la vez forman parte de pequeñas bandas criminales que asustan al ciudadano medio.

Aboutaleb ve una única solución, que encaja con su perfil personal de político del socialdemócrata Partido del Trabajo: la búsqueda de soluciones de consenso mediante el diálogo abierto y constante.