Escrituras Perfil El 22 de octubre recibe el premio Príncipe de Asturias, mientras Galaxia Gutenberg rescata sus obras y el festival Kosmópolis de Barcelona contará con su presencia. Recapitulamos la trayectoria de este intelectual en boga JAVIER GUTIÉRREZ CARRETERO
Todorov, la voz sensata de Europa
Tzvetan Todorov estará en Barcelona para participar en Kosmópolis, donde hablará sobre ´La guerra contra el terrorismo´ el domingo 26 de octubre. www. cccb. org/ kosmopolis
La Vanguardia, , 15-10-2008Una helada mañana de abril llega a la estación de Lyon un tren procedente de Bulgaria. Se apea un joven con una maleta y aspira profundamente el aire frío que le envuelve con la sensación propia de los que por primera vez en su vida atraviesan el telón de acero. Es el año 1963 y, aunque va a residir en Francia el tiempo justo para acabar sus estudios de doctorado, acabará nacionalizándose francés, casándose y dirigiendo desde 1987 el Centro de Investigación de las Artes y del Lenguaje de París, en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS). Ese joven de antaño es Tzvetan Todorov (Sofía, 1939), una de las voces más significativas del pensamiento europeo contemporáneo que recibe, este 22 de octubre en Madrid, el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2008 por “representar el espíritu de la unidad de Europa, del Este y del Oeste, y el compromiso con los ideales de libertad, igualdad, integración y justicia”, según fallo del jurado. Y en verdad resulta merecido, pues se premia una memorable trayectoria intelectual jalonada con la publicación de más de una treintena de obras de referencia de este filólogo, lingüista, semiólogo, crítico y teórico literario e historiador de las ideas.
Educado en un régimen comunista y totalitario, un doctorado en París le permite formarse junto a uno de los máximos representantes del estructuralismo francés: Roland Barthes. Su primer trabajo, Teoría de la literatura, textos de los formalistas rusos (1966), indica la línea de análisis basada en la construcción, en el estilo, en la forma de la obra literaria que seguirá en estudios como Introducción a la literatura fantástica (1970) o el Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje (1979). Pero despierta a la realidad que le rodea, toma conciencia de su independencia en cuanto hombre libre que vive en democracia y dirige su ahora exento razonamiento de toda cadena hacia otros campos del saber. Así concibe La conquista de América. La cuestión del otro (1982), primer paso hacia la alteridad con un estudio de los escritos españoles e indios que describían la percepción del otro; de hecho, se trata de una inquietud que traslada incluso al terreno literario con Crítica de la crítica (1984) en la que propone una reformulación dialogada de la literatura del siglo XX, es decir, una crítica dialógica que no habla acerca de las obras sino a ellas o, más bien, con ellas. La vida en común. Ensayo de antropología general (1995) responde a la plena madurez de esta preocupación y en la que parte de la nueva concepción que del hombre hizo Rousseau ( “un ser que necesita de los otros”) para defender que la sociabilidad es la definición misma de la condición humana, pues el reconocimiento de nuestra existencia por parte del otro transmuta en oxígeno para el alma, cuya ausencia o ninguneo margina, excluye, posiciona al extranjero.
Evoluciona hacia nuevas ideas en el ámbito histórico, político, artístico… con el hilo conductor de la historia del pensamiento en tanto que forma de diálogo del pasado para recapacitar sobre el presente. En Los abusos de la memoria (1995) ya advierte de la imprescindible conservación viva de la memoria del pasado para estar alerta en el presente y manejar con garantías de seguridad el futuro. Mas una memoria que no debe justificar su uso fraudulento por la obligación de recordar, pues convertiría en verdugos a las antiguas víctimas y perpetuaría el odio y la violencia. Aquí se encuentra el germen de su segundo gran tema de reflexión: la oposición entre totalitarismo y democracia, y que florece en El hombre desplazado (1996), brillante autobiografía intelectual en la que aboga por la necesidad del saber a través de esa pluralidad de culturas a la que se muestra tan sensible por su condición de desplazado en tres países, a saber: Bulgaria, donde nació y creció en el seno de la experiencia totalitaria; Francia, el país en el que vive y se siente ciudadano de pleno derecho; Estados Unidos, el lugar que visita por motivos laborales.
Y entonces escribe Memoria del mal, tentación del bien. Indagación sobre el siglo XX (2000), la obra cumbre en su compromiso para con la reivindicación del hombre como tal, esto es, como ser de carne y hueso por encima de ideologías totalitarias que buscando el utópico paraíso terrenal lo acaban por abstraer a meras sombras. Regímenes sobre los que medita junto con el emotivo pero desgarrador recuerdo de algunos de los hombres y mujeres que lo sufrieron hasta el límite, como Vassili Grossman o Germaine Tillion, y que a pesar de ello no sólo los sobrevivieron sino que transmitieron sus experiencias sin erigirse en portadores del Bien, aquello que ha dado por llamar “humanismo crítico”.
Este impresionante escrito, empero, va más allá y previene acerca de los peligros de la democracia que puede pervertirse tentada por la búsqueda del Bien y de la Justicia. ¿Cómo? Como se vio en Nagasaki e Hiroshima. O en las guerras balcánicas. O en Afganistán. O como se sigue viendo en Iraq. El nuevo desorden mundial. Reflexiones de un europeo (2003) refuerza este pensamiento a partir del 11-S y la consiguiente actitud adoptada por parte de la Administración Bush en política exterior, que ejerce un poder absoluto y privilegia el uso de la fuerza armada con el fin de imponer lo justo y necesario:eso que aquí aparece denunciado certeramente como sacralización de los medios una vez olvidados los fines, y que da origen a ese discurso belicista en el que aparecen expresiones hilarantes del tipo “bombas humanitarias”. Un breve y sagaz análisis coronado con la propuesta de convertir Europa en una “potencia tranquila” capaz de mantener su propio sistema de defensa a la par que un proyecto político y económico que represente alternativa al (moralizante) imperialismo norteamericano: rehumanizar este mundo deshumanizado, en definitiva. Aspecto nada baladí por lo demás, tal y como consolida en El espíritu de la Ilustración (2008), donde traza las proposiciones críticas de Montesquieu, Hume, Condorcet y todos aquellos que forman parte del movimiento ilustrado asumido como la creación más prestigiosa de Europa, génesis de nuestra identidad actual que por los cambios operados en el mundo desde su aparición han de ser sometidas a libre examen en aras de un completo beneficio de sus enseñanzas.
“Es muy importante matizar, distinguir, observar el mundo concreto y comprender su diversidad” es una de las máximas de las que parte en su último trabajo, El miedo a los bárbaros cuando se niega la plena humanidad del otro- y la civilización – cuando la reconoce- al acelerarse en la época contemporánea los contactos entre culturas diferentes. Occidente y el islam, las identidades colectivas, el terrorismo, la xenofobia… son los aspectos analizados a partir de los cuales denuncia demagogias, populismos y maniqueísmos que nos alejan cada vez más de la civilización a la misma velocidad conque nos abocan a ese oscurantismo bárbaro donde medran los intereses personales de las clases dirigentes en detrimento de las necesidades de la sociedad, donde se potencian de modo global valores frívolos y fútiles que poco o nada nos aportan como seres humanos.
El sentido común Se hace ineluctable leer y releer a Todorov cuyo gran legado es una cosa tan sencilla como obviada: el sentido común. Ese sentido común que escucha, que pone grises entre lo blanco y lo negro y que asume errores propios y alaba virtudes ajenas y viceversa. Ese sentido común que puede impedir desde adoctrinar a una persona para viajar en un avión en calidad de suicida hasta evitar los encarcelamientos ilegales en Guantánamo o las torturas en Abu Graib. Ese sentido común que ayuda a ver la cercanía del otro como beneficiosa y a pensar que el motor de una buena sociedad funciona cuando se aprovechan intereses opuestos. Sentido común. Curioso, ¿verdad?
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