Guerra al "efecto Farruquito"

300 gitanos sacarán el carné de conducir gratis a partir de enero en aulas especiales

El País, SILVIA R. PONTEVEDRA - Santiago, 14-10-2008

La autoescuela que ha montado la Asociación del Pueblo Gitano (APG) está en el monte. Justo en el límite entre Vigo y Mos, cerca del embalse de Zamáns y del campo de la feria de los domingos, en el alto de San Cosme. Está bastante a desmano, la autoescuela de los gitanos, y los alumnos se buscan la vida para ir a clase. “Algunos vienen conduciendo su propio coche”, confiesa Ana Curra, la profesora de Alfabetización de esta academia. Vivieron años y años en la ilegalidad, pero ahora están decididos a cambiar la situación: “Quieren ir por la vida documentados”, asegura Sinaí Giménez, el presidente gallego de la APG, que aprovecha para defender que en realidad “hay muchos más payos que gitanos que conducen sin carné”. Esto seguro que es cierto, porque hay más payos que gitanos en este país, y también es cierto, dice Sinaí, que antes del endurecimiento del código de circulación había muchos más gitanos que conducían sin licencia. “Ahora, la verdad es que son muy pocos los que se atreven a ir sin carné… La mayoría tiene el vehículo aparcado hasta que aprueben”.

Salió el carné por puntos, y las penas de cárcel para los conductores, y más o menos por las mismas fechas se celebraba el juicio contra el famoso bailaor de luengas guedejas que conducía y atropellaba sin carné pese a tener dinero para pagar las prácticas. Entonces se produjo el “efecto Farruquito”: “Los guardias civiles emprendieron una campaña contra los gitanos. Nos paraban a mazo”, cuenta el presidente de la asociación. Y hubo que tomar medidas.

En 2005, el año del carné por puntos, después de mucha burocracia y largas negociaciones con la Dirección General de Tráfico, la Asociación del Pueblo Gitano de Galicia logró impartir los primeros cursos de conducción vial “para personas con dificultades de lectura y comprensión”. Ese año consiguieron el permiso 250 gitanos, pero en 2006 y 2007 no hubo cursos y fue creciendo la lista de espera.

Este año, desde septiembre, funciona con 20 alumnos y dos profesores el centro de formación de Mos, y “a partir de enero de 2009” empezarán los cursos (gratis total porque hay financiación de varias Administraciones) previstos para Vigo, Pontevedra, Vilagarcía, Santiago, A Coruña, Ferrol, Ourense y Tui. Cada uno de estos cursos costará una media de 25.000 euros, y los alumnos no tendrán que pagar ni siquiera las tasas del exámen, ni los libros adaptados a sus circunstancias. El año que viene conseguirán el carné, si pasan el teórico y el práctico, 300 gitanos gallegos. Y la novedad estará en que estos alumnos no sólo lograrán, asistiendo a estas clases, el permiso de conducir, sino que, de paso, y “mientras estudian el código”, “se estarán preparando para el Graduado Escolar”.

La llamada alfabetización vial de la Asociación del Pueblo Gitano de Galicia “es un método único” que ahora Sinaí Giménez va a promover “a nivel nacional” para que se aplique también con los gitanos de Albacete, de Sevilla o de Toledo. Mientras un profesor de autoescuela les explica la parte teórica del carné y les da las clases prácticas, otro les imparte lecciones de escritura, de lectura y de comprensión de textos “usando el lenguaje vial”, y al final los alumnos "sacarán dos títulos en un solo curso. Eso sí, el programa, que ya es denso en el aula piloto de Mos, se promete aún más apretado en adelante. Mientras en las autoescuelas convencionales las clases diarias duran una hora, en Mos duran tres salvo los miércoles y los viernes, que son cinco. Diecinueve horas a la semana durante tres meses.

Aquí las clases las dan Ana Curra (que es educadora social y llegó a este proyecto por la ONG Entidad Integral de Atención y Ayuda Social Aeia) y Juan Bautista Rodríguez, que es propietario de una autoescuela con nueve coches en Ponteareas. De los 20 alumnos del alto de San Cosme, siete son hombres y 13 mujeres. Según su profesora, hace aún pocos años, las gitanas no podían sacar el carné y ahora se están liberando. Son, además, “las mejores de la clase, porque estudian mucho y no vienen con los vicios adquiridos de algunos de sus compañeros, que conducen desde hace años”.

Estos estudiantes leen despacio. Les cuesta comprender lo que cuenta el código de circulación. Las luces de gálibo, el cigüeñal y eso de que el que está en la rotonda tiene preferencia. “Leemos muy despacio, estamos machacando mucho el material, y de aquí a diciembre queremos darle tres vueltas al libro”, dice Ana Curra. “Pero la DGT debe saber que cuando llegue el día del examen, va a tener que darles mucho tiempo para contestar”. Eso, “si no logramos que nos traiga un vídeotest, un método de prueba oral para personas con dificultades para la lectura que hay en otras comunidades, pero que en Galicia ya no existe”.

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