DV. La incorporación de ciudadanos rumanos a la sociedad guipuzcoana se ha multiplicado en los últimos años. Si hace una década estaban censados menos de un centenar de personas provenientes de aquel país, hoy son ya la segunda nacionalidad con mayor representación en el territorio foral.

«Yo vine a trabajar en la pesca de bajura hace ocho años. Luego traje a mi mujer, que es bióloga pero no encuentra trabajo porque no sabe euskera, y a mis dos hijas, que son euskaldunes, una en segundo de ESO y la otra estudiando Químicas en el campus de Ibaeta». Nicu Denisov, presidente de la asociación rumana Decebal, vino como arrantzale, hoy es titular de un establecimiento hostelero en Lasarte – Oria, y es un reflejo fiel de un proceso que comienza cuando uno emigra por trabajo y se consolida al asentar un proyecto de futuro con la familia en el país de acogida.

El último informe del observatorio vasco de la inmigración Ikuspegi, publicado ayer, señala que en tres años ha aumentado un 60% la población extranjera en Euskadi, si bien su peso en el padrón sigue siendo muy bajo, de apenas el 5,4%, cuando en España es del 11,3%.

En cifras absolutas significa que en tres años los inmigrantes extranjeros han pasado de 73.000 a 116.000. Esta ganancia de capital humano ha contrarrestado la débil capacidad de la población autóctona, que en diez años se ha reducido en más de 40.900 personas.

«Funciona el boca a boca»

En Gipuzkoa, los portugueses continúan siendo los extranjeros con más presencia, aunque la importante llegada de ecuatorianos hace tres años parecía reforzar a los latinoamericanos. No ha sido así, porque el número de trabajadores lusos no ha cesado de crecer, sobre todo en el sector de la construcción, mientras que los centroamericanos apenas han aumentado.

La incorporación de Bulgaria y Rumanía a la Unión Europea en enero de 2007 facilitó la llegada de trabajadores de estos países y explica en buena medida el liderazgo rumano. Pero no es sólo cuestión de estatus legal: «Cuando emigras, funciona el boca a boca y si estás en un sitio donde sabes que puedes ganarte la vida dignamente, y mejor que en otros lugares, por ejemplo, que en Italia, eso funciona. cómo no va a funcionar», explica Nicu Denisov.

Los 3.600 rumanos empadronados en Gipuzkoa representan sólo una parte de los que realmente viven y trabajan aquí, que pueden ser el doble, según Denisov. Y eso, a pesar de que sigue perviviendo una imagen social negativa que entremezcla churras y merinas, rumanos y gitanos, trabajo y delincuencia.

Emergente Paraguay

Ikuspegi refiere también que en cada territorio histórico vasco prepondera una nacionalidad o continente: en Álava, los de origen africano, empleados sobre todo en la agricultura; en Vizcaya, los americanos, y en Gipuzkoa, los europeos.

Una nacionalidad emergente, que «parece que replica el caso de la inmigración boliviana de estos últimos años», advierte Ikuspegi es la paraguaya, que ha pasado de 53 personas empadronadas en 2002 a 2.988 en 2008: dos de cada tres viven en Vizcaya y casi todos los demás en Álava, pues en Gipuzkoa apenas llegan a 200 los residentes de aquel país.

Con todo, el proceso de llegada de inmigrantes al País Vasco es constante y si bien no se produce con la intensidad que se da en otras comunidades autónomas, sí lo hace desde todas las partes del mundo: salvo Norteamérica y Oceanía, cuyo número de residentes se ha reducido «ligeramente», el resto de grupos de nacionalidad ha crecido desde hace cinco años: la población extranjera de origen africana se ha incrementado en un 123,3%; la asiática en un 140,3; la europea en un 149,3%, y la latinoamericana en un 240,5%.