Un estatus privilegiado

El Correo, JOSÉ M. DE AREILZA CARVAJAL, 14-10-2008

E n medio de la durísima crisis financiera que ha puesto a prueba la solidez y la coherencia de la Unión Europea, ayer se produjo la buena noticia del refuerzo de la asociación entre la UE y Marruecos. El paquete de medidas aprobadas en Bruselas estrecha esta relación estratégica. Introduce al país vecino en algunos foros del Consejo de Ministros de la UE, instaura una nueva cumbre periódica UE – Marruecos y lanza un proceso de armonización legislativa para facilitar el comercio y las inversiones, como preparación a un futuro acuerdo de libre comercio global.

El Gobierno español ha trabajado activamente para lograr este estatus privilegiado de Marruecos en la política de vecindad europea, siguiendo su teoría de hacer cada vez más mullido y extenso el ‘colchón de intereses’ que representa dicha relación Norte – Sur, a la vez inestable, complicada y esencial. La idea del equipo de Miguel Ángel Moratinos es entretejer también a través de la Unión una red de intereses lo más amplia posible, con asuntos tanto bilaterales como comunitarios, de modo que la interdependencia limite el alcance de las crisis periódicas y reduzca el tiempo de espera después de cada conflicto o ruptura de relaciones.

Pero el logro europeo de ayer constituye sólo un paso en la buena dirección y debe ir acompañado por la suficiente firmeza para conseguir en las siguientes rondas de negociación que Marruecos contribuya en primer lugar al correcto funcionamiento de la nueva directiva de retorno de inmigrantes ilegales. Se trata, en definitiva, de que cualquier ayuda esté condicionada a que el régimen evolucione de forma concreta – aunque no rectilínea – hacia el respeto a las normas de cooperación internacional, se abra poco a poco a la democracia y procure la mejora de las condiciones de vida de todos los sectores de su población.

Es posible que las nuevas medidas europeas sean acogidas por Rabat como un triunfo en toda regla de su diplomacia. Lo que no deben suponer es un reconocimiento a cambio de nada, porque entonces se recompensaría a los sectores más inmovilistas del régimen marroquí.

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