«Conseguimos que un chaval hable castellano en 3 meses»

El instituto Federico Baraibar tieneaulas de acogida para inmigrantes recién llegados que no saben español

El Correo, M. J. C., 14-10-2008

Trescientos alumnos de treinta nacionalidades. El veterano instituto Federico Baraibar – imparte ESO, Bachillerato diurno y nocturno y dos ciclos de FP – sabe, y mucho, de multiculturalidad. Tanto, que es un centro pionero en enseñar castellano a alumnos inmigrantes recién llegados a Vitoria que desconocen por completo el español.

Julia Torres es la tutora del aula de acogida, a la que acuden tanto adolescentes que se van a quedar en el Federico Baraibar como los que van a ir a otros centros. Su misión, respaldada por otros profesores, es intentar que se manejen cuanto antes en castellano para poder incorporarlos en el curso y en el aula que les corresponde por edad o conocimientos. «Necesitamos una media de tres meses para que se defiendan», detalla.

A la clase de Julia acuden estos días diez alumnos: siete son marroquíes, dos de Ghana y un brasileño. La cifra puede cambiar en cualquier momento porque el fenómeno de la inmigración no conoce de fechas de inicio del curso.

¿Cómo se organiza una clase así? «Pues a la antigua», detalla la directora del Baraibar, Mari Cruz Vesga. «A la antigua» quiere decir que las clases son «muy individualizadas, casi se enseña de uno en uno, como hacían los maestros de antaño que tenían alumnos de todas las edades», añade el profesor encargado de interculturalidad, Jesús Manuel Septién.

El método es la «inmersión lingüística». En clase no se habla ni una palabra que no sea castellano. Hay escolares que aprenden «incluso en un mes». Son portugueses y brasileños, dado las semejanzas de su idioma. Los chavales del Este, como ucranianos y rumanos, también parlotean con facilidad. «A chinos y árabes, salvo que sepan francés, les cuesta más» porque sus idiomas «no tienen nada que ver con el nuestro».

Otro factor determinante es el nivel de escolarización. «Nos llegan alumnos que no han ido nunca a la escuela». Con ellos hay que sacar la cartilla y empezar a enseñar las letras. Eso sí, después de marcar su país en el primer mapa mundi que ven sus ojos.

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