Miles de latinoamericanos celebran en San Pedro a sus dos nuevas santas

Prensa Libre, 13-10-2008

ROMA (AFP) –
Miles de latinoamericanos celebraron este domingo en la plaza San Pedro la proclamación por parte de Benedicto XVI de dos nuevas santas veneradas en América Latina, la ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo y la suiza radicada en Colombia María Bernarda Butler.


Unas 40.000 personas, entre ellas unos 10.000 ecuatorianos, asistieron al rito en la inmensa explanada, decorada con flores y dominada por las cuatro fotos gigantes de los nuevos santos, colgadas en la fachada de la basílica para simbolizar que ahora serán venerados por todos los católicos.


Las banderas de Ecuador y Colombia ondeaban en la inmensa plaza y se mezclaban con las de Italia e India, de donde provienen el italiano Gaetano Errico (1791 – 1860) y la india Alfonsa de la Inmaculada Concepción (1910 – 1946), dos religiosos que también fueron santificados.


“Es muy emocionante estar aquí”, confesó en el atrio de la basílica la emigrante ecuatoriana Amada León, quien trabaja desde hace nueve años en Italia.


Sentados al lado derecho del atrio, en el sector para las autoridades, se encontraba el vicepresidente ecuatoriano Lenín Moreno, su esposa, Rocío González, así como la madre del presidente de la República, Rafael Correa, Norma Delgado, sobrina tataranieta de la futura santa.


“Esta ceremonia simboliza la unión del pueblo ecuatoriano, porque aquí estamos todos, los de aquí, los emigrantes y los de allá”, sostiene Anita Cañas, que dirige en Italia un diario para la comunidad latinoamericana.


“Esta santa es una bendición para mi país y espero que ayude a Ecuador para que no haya más corrupción”, pidió Elisabeth Simbaña, quien viajó desde España para asistir al rito.


La primera mujer latinoamericana proclamada santa por Benedicto XVI en sus tres años y medio de pontificado es una joven laica ecuatoriana que “vivió una vida de santidad y de entrega a Dios”, dijo el Papa en su homilía pronunciada en perfecto español.


Ella “nos ofrece un testimonio atrayente y un ejemplo acabado de una vida totalmente dedicada a Dios y a los hermanos”, afirmó el Pontífice al describir la corta vida del tercer santo ecuatoriano, que murió a los 37 años y cuyo nombre de pila era Narcisa de Jesús Martillo Morán (1832 – 1869).


Con su característico estilo alegre y afable, un grupo de unos 100 costeños colombianos, provenientes de Cartagena y Mompós, celebraban la santificación de la suiza “Madre Bernarda”, como la llaman.


“No podía no estar aquí, me hizo un milagro hace 48 años”, cuenta el cartagenero Eugenio Salcedo.


“Inválido a la edad de 7 años por una fiebre tifoidea que me dejó sin poder caminar, mi madre me dedicó varias novenas y ahora camino perfectamente. Para mí ella ha sido siempre una santa”, sostiene Salcedo, quien asistió también a la beatificación en 1995.


“La madre María Bernarda es una figura muy recordada y querida sobre todo en Colombia”, subrayó el Pontífice quien fue interrumpido por los aplausos.


“En las serias adversidades que tuvo que afrontar, incluido el exilio, llevó impresa en su corazón la exclamación del siguiente salmo: ‘Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo’”, contó Benedicto XVI.


Los ‘milagros’ de la religiosa suiza María Bernarda Butler (1848 – 1924), fundadora de la congregación religiosa Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, fueron recordados por sus devotos.


“Es fuerte la fe que tenemos en ella”, aseguró la colombiana Delfina Urbina recordando la labor en todo el mundo de la congregación y la creación del Colegio Biffi, donde reposan sus restos en Cartagena.


“Fue por doquier proclamando que el Señor invita a todos a su fiesta”, reconoció el jefe de la Iglesia católica al proclamar su culto universal.


Benedicto XVI, que ha proclamado en total 18 santos, entre ellos cuatro latinoamericanos desde que fue elegido en 2005, recordó también la vida de la primera santa India, la clarisa Alfonsa de la Inmaculada Concepción.


El nuevo símbolo de las minorías cristianas de ese país era “una mujer excepcional que estaba convencida de que su cruz era el sufrimiento físico y espiritual”, dijo.

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