Los evangélicos pescan fieles en la crisis católica

Mientras Benedicto XVI alerta de la extinción de la fe, los protestantes españoles se multiplican

El País, , 13-10-2008

El papa Benedicto XVI puso el dedo en la llaga el pasado lunes: “La fe se debilita hasta extinguirse” en algunas naciones. Precisamente en aquellas que fueron “ricas de fe y vocaciones”. Y aunque no la citó, España es una de ellas. Pero si la fe católica pierde terreno, otras lo ganan. La profesora de Antropología de la Universidad de Sevilla Manuela Cantón Delgado resume la cuestión: “Se extingue la fe de los católicos, pero no la de sus primos hermanos, los protestantes. Ésta sube de manera imparable”.

Los datos lo atestiguan: hace un siglo, había 4.000; llegaron a los 22.000 durante la República, en 1932; el franquismo los redujo a 7.000; hoy suman 400.000. Más casi otro millón de inmigrantes, según los datos de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (Ferede).

¿Cuáles son las razones del aumento de los evangélicos, término que prefieren al de protestantes? Desde luego, como señala el joven pastor sevillano José Pisa, nieto del primer pastor evangélico gitano, en primer lugar está la democracia: “Con el franquismo era difícil reunirse; con libertad de expresión y libertad religiosa, nos hemos podido extender más y mejor”. Y añade Jorge Fernández Basso, responsable de Comunicación de Ferede: “El cristianismo evangélico-protestante es dinámico y participativo y tiende a crecer donde hay libertad”.

La profesora Cantón, que investiga desde hace 20 años el movimiento evangélico en América Latina y España, afirma que “el catolicismo lleva mucho tiempo en retroceso ante las iglesias evangélicas, mucho más flexibles”. Unas religiones que, en palabras de esta experta, al ser más participativas y contar con centros de culto más pequeños, provocan un mayor conocimiento y apoyo mutuo entre sus fieles. Por el contrario, la Iglesia católica mantiene una “organización muy vertical”.

¿Cuál es el origen social de los evangélicos? Los primeros protestantes españoles, hace ya cuatro siglos, pertenecían a las clases altas e ilustradas. Hoy la gran masa de creyentes son de clase media y en ocasiones vecinos de barrios marginales.

Algunos expertos señalan que crecen porque se ha producido una “retirada” de la Iglesia católica de esos barrios. La profesora Cantón prefiere hablar, más que de una retirada, de “un cierto rechazo a la Iglesia católica española actual, tan reaccionaria, que se manifiesta de manera pavorosa y nos trae recuerdos que nos estorban”.

La presencia cada día más intensa de pastores evangélicos en las zonas deprimidas de las ciudades españolas es pues otra de las razones de su crecimiento. Sin que ello signifique que todo lo católico haya sido barrido de esos barrios. Porque la semilla de la Iglesia obrera de los años cincuenta y sesenta pervive aún en muchos lugares.

El sacerdote católico Gabriel Delgado Jiménez es un buen ejemplo. Director del Secretariado de Migraciones del obispado de Cádiz, Delgado es heredero del pensamiento de los curas obreros desde que fuera trabajador de Astilleros. Hoy realiza una encomiable labor entre los jóvenes gaditanos y los inmigrantes. Delgado prefiere hablar de “diferentes estrategias” entre los católicos y otras confesiones. “Los mormones, los testigos de Jehová o los evangélicos de Filadelfia van a la conquista de la gente. Nosotros no tenemos esa estrategia de caza y captura del feligrés”, señala. “Lo nuestro es más presencia y más compromiso”.

El cura Delgado afirma: “En mi diócesis siempre hemos estado presentes en las calles; hace años, estábamos en las fábricas, ahora con los inmigrantes”. Pero la opinión que se recoge en los barrios más marginales es que lo católico se ha visto reducido a su mínima expresión, mientras que lo evangélico se perfila como la religión de los pobres.

José Jiménez, de 42 años, es gitano, vendedor ambulante y pastor evangelista en uno de esos barrios. Dirige la Iglesia Evangélica La Unción en la zona más conflictiva de Sevilla, las Tres Mil Viviendas. Un barrio donde la policía, los partidos políticos, los servicios básicos del Estado han permanecido ausentes durante muchos años; un barrio de 20.000 habitantes, de los que casi la mitad son analfabetos y están en paro; un barrio batido por la droga, donde los bomberos dejaron de actuar, los carteros pasaban de largo, los autobuses no llegaban y ni siquiera se recogía la basura.

El pastor Jiménez llegó al culto de la mano de su compañera poco antes de casarse. “Hasta entonces, yo era un pecador, había hecho cosas malas”. Hoy, trabaja para recuperar “a personas que no andan por un camino recto, pues aquí hay prófugos que huyen de la policía, atracadores, secuestradores”.

A través de la Federación de Asociaciones Cristianas de Andalucía (FACA), los evangelistas gitanos han desarrollado un sinfín de programas sociales. Entre los más importantes, los de rehabilitación de drogadictos. La profesora Cantón afirma que “muchas familias gitanas se hacen religiosas sólo para huir de la droga”. Como le dijo un rehabilitado, su “terapia se llama Jesús de Nazaret”.

Además de esta labor social, los gitanos se sienten cómodos en las iglesias evangélicas porque, según la profesora Cantón, en estos cultos “ellos son los protagonistas, los pastores son gitanos como ellos, mientras en la Iglesia católica se consideran marginados”.

El pastor Jiménez se sirve de la palabra sagrada para ayudar a sus vecinos. Una palabra que ha aprendido “en el libro”. El libro es la Biblia. Su conversación está plagada de citas bíblicas que ha memorizado tras una lectura cotidiana. Algo que los católicos no hacen con la frecuencia debida, como señalaba el Papa la semana pasada en la inauguración de la XII edición de la asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos. Benedicto XVI recomendó su lectura, porque en la Biblia se encuentra “el mensaje consolador”.

Si los católicos leen poco la Biblia, los evangélicos, todo lo contrario. El año pasado se vendieron en España 86.468 ejemplares de la Biblia Reina-Valera (en castellano, euskera, catalán y asturiano), la más apreciada por los protestantes, según datos de la editora Sociedad Bíblica de España. A los que hay que sumar otras casi 20.000 importadas. Unas cifras que han duplicado las de los últimos cuatro o cinco años. En el mundo se vendieron el pasado año casi 27 millones de ejemplares en español.

Mientras en los hogares católicos apenas si se encuentra un ejemplar de los Evangelios, entre los evangélicos lo usual es que cada miembro de la familia tenga su propio ejemplar de la Biblia. “Incluso dos o tres cada uno”, señala Lola Calvo, responsable de Comunicación y Desarrollo de la Sociedad Bíblica.

La pasión por la Biblia llega al extremo de que los jóvenes evangélicos practican la “esgrima bíblica”. Eliseo Vila, director de la Editorial Clie, con más de 2.500 libros cristianos en español, explica este singular deporte: “Con la Biblia en mano y cerrada, uno indica un texto bíblico por su referencia, por ejemplo Juan 3:16, y gana el que primero encuentra el texto y lo lea, suponiendo que no lo cite de memoria”.

También memorizan la Biblia muchos gitanos que apenas sí saben leer. Un total de 150.000 gitanos de toda España son evangélicos, según la Federación de Entidades Religiosas. Están agrupados en unos 700 centros de culto, la mayoría pertenecientes a la Iglesia Evangélica de Filadelfia.

Los evangélicos gitanos representan alrededor del 10% del total de creyentes que residen en España. Pero son más de la tercera parte de los evangélicos españoles de nacimiento. Juan Ferreiro, subdirector general de Coordinación y Promoción de la Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia, fija en alrededor de 1,3 millones (cifra no oficial) el número de evangélicos residentes en España. Ferede la eleva al millón y medio. De ellos, 800.000 son inmigrantes comunitarios que viven en España más de seis meses al año; 400.000 españoles y el resto inmigrantes de diversos países, entre los que destaca el colectivo rumano, cada vez más numeroso.

El Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia tenía contabilizadas en junio de 2008 un total de 1.437 iglesias evangélicas. Ferede, por su parte, tiene registrados 2.600 centros de culto, más otros 500 independientes. Algunas iglesias tienen varios centros de culto, pero un solo número de registro. Madrid, Barcelona, Valencia y algunas capitales de Andalucía son las que registran mayor número de fieles.

En 1992, el Estado firmó acuerdos de cooperación con tres religiones de notorio arraigo, evangélica, musulmana y judía. Entre otras cosas, el Estado costea la enseñanza de esa religión en centros oficiales. En 130 escuelas se imparte protestantismo y en 41, islamismo. La Fundación Pluralismo y Convivencia, creada en 2005 por el Ministerio de Justicia, ha distribuido en sus tres años y medio de existencia más de 14 millones de euros entre las tres federaciones religiosas que suscribieron aquellos acuerdos. Hasta mayo de 2008, éstas son las ayudas percibidas: evangélicos, 6.149.886 euros; musulmanes, 5.887.825; judíos, 2.130.873.

El pastor Bernardo Serrano, de 54 años, ha recibido tres subvenciones de la Fundación Pluralismo para programas de integración en su Iglesia Apostólica Pentecostal de Antequera (Málaga), una de las mayores de Andalucía. Uno de los que más éxito ha tenido es el de Cine Cero Cero. O sea, cine sin alcohol más película que resalte los valores humanos, como Carros de fuego. “Buscamos alternativas al botellón entre los jóvenes”.

Serrano realizó un estudio sociológico en 2007 entre las 546 iglesias evangélicas de Andalucía. Los resultados apuntan en la dirección del crecimiento: en 1970 había 59 congregaciones; en 2008, sumaban 546. El número de miembros practicantes, es decir bautizados, se elevó de los 16.000 a los 40.000. A ellos hay que añadirle 67.000 extranjeros.

Según el estudio, el perfil del evangélico andaluz, que puede ser extrapolado al resto de España, es el siguiente: clase media baja (85%), entre los 26 y los 40 años (el 40%) y con estudios secundarios (56%). Hay mayoría de mujeres en un porcentaje muy similar al de la población en general (52,55%).

Además de los barrios, los evangélicos trabajan en cárceles y hospitales. “En algunas prisiones acuden ya más presos a nuestros cultos que a los católicos”, dice el pastor Serrano, y cita el caso del penal de El Dueso, en Cantabria.

Toda esta labor, ¿pasa inadvertida a los partidos políticos? No, claro. Así lo expresa el pastor gitano Pisa: “Nos han propuesto de todo: alcaldías o ser el brazo del alcalde de turno. Los políticos andaluces saben que detrás hay 150.000 votos directos y medio millón indirectos”. Pero ellos se mantienen lejos de la tentación: “Votamos en conciencia, no recomendamos ninguna opción”.

No la recomiendan, pero la llevan en su corazoncito. El pastor malagueño Miguel Rueda, de 58 años, compañero de Serrano, cree que los de su generación son mayoritariamente de izquierda, como él mismo, “por el rechazo y la persecución que hubo en el franquismo”. En resumen: la dictadura abonó la semilla evangélica, que creció y se multiplicó en democracia.
En números

- Gran crecimiento. Al finalizar la dictadura había en España 7.000 congregantes evangélicos españoles y este año ya son 400.000.

- Inmigrantes. Al número de españoles hay que sumar otros 800.000 comunitarios protestantes que viven en España y un número indeterminado de otros inmigrantes. En total, ronda el millón y medio.

- Iglesias. En el Registro de Entidades Religiosas hay inscritas 1.437 iglesias evangélicas. Ferede eleva el número a 2.500, porque hay iglesias, explican, que tienen más de un centro de culto. También hay otras 500 independientes.

- Subvenciones. La comunidad evangélica ha recibido del Estado seis millones de euros en los últimos tres años y medio.

- royectos. La Iglesia evangélica tiene presencia en zonas deprimidas de las ciudades, donde desarrolla programas de erradicación de la drogadicción. También celebra cultos en las cárceles y en los hospitales.

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