50.000 personas se reúnen en la calle en la fiesta de VivAmérica
El País, , 13-10-2008Hugo es un cubano de 25 años con un rostro apuesto y un cuerpo musculado. Lleva en España exactamente 15 días. De ellos ha salido por la noche “casi la mitad”. No quiere ofrecer muchos más datos: sólo que se aloja en casa de un amigo y que hoy lunes empieza un trabajo como camarero. Son las siete de la tarde y va un poco achispado. Al bailar, mueve las caderas como sólo en su país saben hacerlo. Imposible seguirle. A su lado, una chica española a la que llama constantemente “presiosa” intenta llevar, inútilmente, su ritmo caderil.
Ella arrastra un mini de cerveza en la mano. Tiene toda la pinta de ser un ligue de la noche del sábado. La escena la contempla la hamburguesería que ocupa la esquina de la glorieta de Carlos V, en Atocha. El mejor representante de la América rica observa con envidia cómo se lo están pasando Hugo y miles de latinos. Ecuatorianos, colombianos, brasileños, argentinos, dominicanos… Todos celebraron ayer el acto final del festival VivAmérica, denominado La Marcha. El plan fue de lo más original. Cinco camiones efectuarían el recorrido, a 10 kilómetros por hora y con paradas, desde Atocha a la Puerta de Alcalá.En la parte de arriba de los vehículos se instalarían agrupaciones musicales latinas, que interpretarían su música bullanguera. O sea, una especie de concierto rodante. Como plato fuerte del programa, la estrella brasileña Daniela Mercury, reina del Carnaval de Bahía, y los cubanos Orishas, el grupo que mejor interpreta el hip – hop de la isla caribeña. Más de 50.000 personas movieron, unos mejor que otros, la cintura durante las cuatro horas y media que duró la jornada.
Pero ¿qué es VivAmérica? Un escaparate de la cultura iberoamericana que ayer cumplió su segundo año de vida. Se celebra coincidiendo con el 12 de octubre, Día de la Hispanidad en España y Día de la Raza en la mayoría de los países latinoamericanos. El acto callejero de ayer fue el más multitudinario de un festival que, desde el 6 de octubre, ha acogido mesas redondas, cine, teatro, tertulias políticas o lectura de poemas. “Es la gran fiesta de la diversidad iberoamericana”, apuntan desde la organización de VivAmérica, una iniciativa de la Casa de América.
A las cinco de la tarde, hora de inicio de La Marcha, el paseo de Recoletos lucía invadido de banderas de las naciones americanas. Ganaban, con diferencia, las ecuatorianas, brasileñas, colombianas y dominicanas. La pareja brasileña Wolgan Dos Reis, de 33 años, y Marcella Vasconcelos, de 35, inflaban globos de colores amarillos y verdes (los de su país) mientras esperaban la actuación de su compatriota Daniela Mercury. “Llevamos viviendo en Madrid un año y medio y estamos bien. Yo soy relaciones públicas de una discoteca y ella limpia en casas. No nos va mal. Creo que nos vamos a quedar mucho tiempo”, relataba Wolgan. Cerca de ellos, Margarita San Martín, ecuatoriana de 51 años, portaba una caja con bolsitas de algo amarillo. Costaba reconocer de qué se trataba. “Es mango. De lunes a viernes cuido de una persona mayor y los fines de semana vendo esta fruta en la Casa de Campo, o en fiestas como ésta”, explicaba esta señora, que tiene en Madrid a una hija y a tres nietos. Margarita termina todas sus frases con puntos suspensivos: “Me vine a España porque mi país es muy pobre y… Venderé todo el mango si Dios me ayuda y…”. Cada pieza de esta fruta tropical costaba 1,5 euros.
Hernando Osorio, colombiano de 52 años, agitaba la cintura ante la festiva música de los canarios Son 21, que se hacinaban en el camión con sus trompetas y percusiones: “Llevo aquí ocho años y vivo de una pequeña empresa de limpieza. Lo importante de esta fiesta es recalcar que hay sólo una nación, que es la Tierra. ¿Complicaciones de integración? Con la gente joven, ninguna. Sin embargo, todavía hay algunos adultos españoles a los que les cuesta aceptarnos y te dan con la puerta en las narices”.
Entre los camiones musicales se intercalaban agrupaciones folclóricas a pie. Y la gente, todas las nacionalidades mezcladas, ocupaba el asfalto en un continuo vaivén de caderas. Bonito espectáculo. Hoy lunes, en ese mismo lugar, los coches, los atascos… de vuelta a la realidad.
“Con la integración de los inmigrantes todos ganamos”, se podía leer en uno de los camiones – escenarios. Entre los asistentes, y dentro de un ambiente festivo, había algunos que aprovechaban para reivindicaciones que no tenían mucho que ver con el acontecimiento. Como un tipo que portaba una pancarta donde se leía: “Demoliciones Bush – Laden. Especialidad en Torres Gemelas. El 11 – S fue un autoatentado. Tenemos las pruebas”. Y adjuntaba una dirección de Internet. En fin, todo muy pintoresco.
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