El hombre del discurso incómodo
El Periodico, , 12-10-2008Nunca tuvo miedo a hablar claro ni a saltarse las barreras de lo políticamente correcto. Eso le valió el amor de un gran número de austriacos, pero también el rechazo y el desprecio dentro y fuera de sus fronteras. Y es que en su sinceridad se reflejaban ideas nazis, racistas, homófobas… Su exaltación de las políticas de empleo del Tercer Reich le costó el puesto de gobernador de Carintia en 1991. En el 2000 la Unión Europea se unió para evitar que fuera canciller de Austria.
Pero el hombre del eterno bronceado nunca perdía su amplia sonrisa y, cada vez que los medios de comunicación anunciaban su fin político, resurgía cual ave Fénix y lograba un nuevo hito. El último, dos semanas antes de su muerte, cuando triplicó los resultados de su partido. “Tras la de Lázaro, mi resurreción ha sido la más espectacular de la historia”, decía el pasado 28 de septiembre por la noche.
Fue un niño bonito, un seudoseductor y, como él solía decir, “de los pocos políticos capaces de llamar a las cosas por su nombre”. Como en temas de inmigración, en los que alardeaba de haber advertido antes que nadie de los problemas que acechaban a Europa si no endurecía sus políticas. Hasta sus más acérrimos enemigos políticos reconocían ayer que el enfant terrible ha marcado la política austriaca. “Sus ideas y proyectos permanecerán”, dijo su colega Gerhard Dörfler, como el que habla de un visionario. Haider tiene muchas papeletas para acabar siendo un mito de los ultras.
(Puede haber caducado)