UN PAIS EN CRISIS / Los nuevos deudores

«Queremos pagar la letra, pero no nos llega para vivir»

El Mundo, OLGA R. SANMARTIN, 11-10-2008

Los inmigrantes denuncian que tienen deudas millonarias con los bancos por suscribir hipotecas con avales cruzados El euribor es su pesadilla y la subida de los tipos la viven como un infarto cardíaco. Durante las vacas gordas compraron el piso de sus sueños y ahora han contraído deudas inmensas porque no pueden pagarlo: los bancos han comenzado a embargarles las cuentas. La culpa la tienen los avales cruzados, un sistema que consiste en que una persona se mete en una hipoteca con la ayuda de otra – a veces desconocida – que también va a comprar una casa. Los dos se avalan mutuamente. Si pagan con regularidad, no hay problemas. Pero cuando uno deja de hacerlo, el otro hereda su deuda. Según el abogado Germán Souto, ésta es una práctica legal y frecuente, pero arriesgada. El aval que se desavala quién lo desavalará es, para los inmigrantes, el trabalenguas de la crisis.


ANA BERREZUETA (ECUADOR)


Debe un millón de euros. Sí, ha leído bien: un millón de euros. Es decir, la suma de su piso, que compró el año pasado, más el de su hermana Mélida, con la que intercambió avales cruzados, más el de su cuñado Jose, al que también avaló. Ana y su familia se pusieron el año pasado a comprar viviendas en la localidad madrileña de Alcalá de Henares (cuatro en total) y ahora ya no pueden con ellas. «Hace un par de meses mi marido fue al banco y había cero euros en su cuenta». Tienen cuatro hijos y un millón de euros de los que responder.


RUMI LOAYZA (PERU)


Le avaló un desconocido. A Rumi le dijeron: «Si quieres el crédito necesitas un avalista». Su madre servía, pero no del todo, así que a Rumi le pusieron delante a otro chico, Johnny Fabian Matamoros, que también estaba buscando avalista. El crédito de uno se financió con el piso que se puso a comprar el otro. Y viceversa. «No le había visto en mi vida, me lo presentaron en la inmobiliaria», dice Rumi, encogiéndose de hombros y mostrando un aviso de impago – el de Johnny – , que le ha llegado también a la madre de Rumi. Porque, según cuenta Rumi, su media naranja hipotecaria ha dejado de pagar su casa. Y la deuda va pasando de un buzón a otro. Rumi ahora responde de Johnny, de su propia deuda (unos 3.000 euros debe ya) y de un hijo de ocho años que le pregunta: «Papá, ¿por qué me has quitado de fútbol y de las clases de música?».


CARLOS ZAPATA (ECUADOR)


Casi paga alquiler en su propia casa. El piso de Carlos se compró entre tres personas. Una de ellas dejó de abonar la letra hace cuatro meses y poco después la imitó Carlos. «¿Cuándo piensas pagar?», cuenta Carlos que le preguntaron en el banco. «Yo les dije que nunca, porque no tengo dinero para asumirlo todo». Hace poco, un señor que hablaba en nombre de una supuesta empresa financiera se le ofreció para comprarle la casa, hacerse cargo de la deuda y dejarle quedarse en la vivienda a cambio del alquiler. La cosa ha resultado ser un timo. El truco está en que nadie cancela la hipoteca y la víctima termina siendo inquilino en una casa que sigue debiendo al banco.


JOSE IVAN ROJAS (ECUADOR)


Le quitaron el dinero de la cuenta. Empezó pagando una letra de 950 euros por 70 metros cuadrados en el barrio madrileño de Entrevías y, tres años después, la letra subió a 1.500. La crisis aterrizó de golpe en este montador de cubiertas. Le quitaron el dinero de su cuenta y de la de su hermano, que le avaló. «No puede ser que de un día para otro me haya quedado sin nada», se lamenta José Iván. Su esposa, Elisabeth, interviene: «Nosotros queremos pagar la deuda, que quede claro, pero no nos llega para vivir». Es la misma frase que repiten todos los entrevistados.


Este diario se puso en contacto con Caja Madrid, con quien la mayoría de ellos contrajo la hipoteca. Un portavoz de esta entidad señaló que los avales cruzados «no son una práctica habitual»: «El aval se busca precisamente para que haya solvencia, es muy complicado que una persona ya hipotecada pueda avalar la hipoteca de otro». Según datos de la Plataforma por la Defensa de la Hipoteca Impagable, hay al menos 3.000 personas en los juzgados porque no pagan la letra. El 80% son extranjeras.

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