Hombre, inmigrante reciente y de bajo nivel cultural, primera víctima de la trata y explotación laboral en España

Canarias 7, A. Prádanos / Colpisa Madrid, 10-10-2008

La trata de seres humanos con fines sexuales, laborales o de compraventa de órganos es el tercer negocio ilícito más lucrativo y sustancioso del mundo, en el ranking encabezado por el comercio de armas y drogas. Ocurre en los países pobres y en los ricos. También en España, a medida que se ha convertido en receptor de inmigrantes . Aquí hay personas traficadas y explotadas sexualmente, mujeres casi todas, pero existen también, aunque no se les vea, ‘esclavos’ laborales.

Ahí la foto cambia. Son en su mayoría hombres, de edad media, con escaso o nulo conocimiento del castellano y un pobre nivel educativo incluso para sus países de origen, según el primer estudio realizado sobre ‘La trata de personas con fines de explotación laboral en España’. El trabajo lo firma la ONG Accem con el auspicio del Ministerio de Trabajo e Inmigración. Sus autores admiten que es una “primera aproximación” a un fenómeno de perfiles muy difusos, de reciente catalogación y aún sin estadísticas oficiales.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), unos 2,4 millones de personas sucumben cada año a la trata de seres humanos en todo el mundo. Un 43%, víctimas de las redes de comercio sexual; un 32% son ‘esclavos’ laborales y un 25% carga con ambas cruces a la vez. Dice la Oficina sobre Droga y Delito de la ONU que España es uno de los 20 países destinatarios de personas traficadas para explotación laboral. Una lacra nacida y crecida al calor de la inmigración ilegal, con la que se entrecruza y comparte rasgos, lo que dificulta su identificación y combate.

Se trata, sin embargo, de procesos con características propias. No es lo mismo el tráfico ilegal de inmigrantes que la trata de personas. En el primero el inmigrante paga voluntariamente a quien le cruza las fronteras, viola las leyes migratorias de los estados y sufre abusos, pero no deja de ser dueño de sus actos. Las personas traficadas a veces son emigrantes forzados, sufren coacciones y son controladas también en su destino por los traficantes. Se les ata de pies y manos, con amenazas, privación de documentos o violencia. Simplemente, dejan de ser libres.

En España este cuadro de esclavitud se da mayoritariamente entre hombres de 20 a 40 años, con cargas familiares en el país de origen, salidos de entornos muy pobres de bajo nivel cultural y que se endeudan para emigrar en sumas que van desde los 15 o 20.000 euros de los asiáticos, los 1.000 o 2.000 euros de los naturales de la Europa del Este, a los entre 1.500 y 3.000 euros para quienes cruzan el ‘charco’. Los más vulnerables son los inmigrantes recientes de colectivos o nacionalidades con escasa tradición migratoria hacia España, procedentes del África subsahariana y Asia.

Chinos

Los chinos sufren “la explotación más extrema, llegando a condiciones que podrían calificarse como de semiesclavitud”, dice el informe. Primero fue en el sector hostelero, después en el textil y ahora ha llegado a la construcción. El hermetismo de la comunidad oriental dificulta la recogida de datos. También se han detectado casos de explotación extrema entre inmigrantes paquistanís, rumanos y entre africanos en el sector agrícola. Y aunque aún minoritaria, crece la explotación laboral severa, bordeando incluso la trata, entre mujeres en el servicio doméstico y en la agricultura.

Las estadísticas más recientes del Ministerio del Interior, de 2006, apenas registran 5.057 casos de trata de personas en España; 1.504 de mujeres ahí se incluyen las víctimas de trata con fines sexuales y el resto hombres. Apenas “la punta del iceberg”, sospecha Konstantia Nikopoulou, coautora del trabajo.

Accem, como parte de la Red Española de Lucha contra la Trata de Personas, reclama de las autoridades un esfuerzo por recabar datos del fenómeno de la trata laboral, su tipificación en el Código Penal, medios económicos y policiales para combatirla y ayudar a las víctimas, y sensibilizar a la opinión pública.

El Gobierno ha dado algunos pasos. Antes del verano se reunieron representantes de los ministerios de Interior, Exteriores, Trabajo e Inmigración, Igualdad y Justicia para fijar protocolos de actuación, aseguró la directora general de Integración de la Inmigrantes , Estrella Rodríguez, asistente hoy a la presentación del informe.

Indicios de trata

Por su propia naturaleza, la trata de seres humanos busca la oscuridad, la clandestinidad, pero hay indicios reveladores. Entre ellos:

+La falta de documentos de identidad, inmigración o documentación falsa.
+Ausencia, escasez de dinero o falta de control sobre su dinero.
+Falta de libertad para dejar un trabajo o mudarse a otro lugar.
+Imposibilidad de comunicarse libremente con amigos o familiares. Aislamiento social.
+Deuda contraída por un coste excesivo del viaje.
+Trabas al contacto con personas ajenas, vigilancia de las relaciones.
+Dificultades para comunicarse en el idioma del país, español en este caso, sobre todo si su estancia en él ya es prolongada.
+Abusos verbales o psicológicos con el fin de intimidar, degradar o atemorizar a la víctima.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)