«Creo en el poder curativo de la literatura»

Najat el Hachmi, marroquí criada enVic, publica en castellano 'El último patriarca', ganadora del Ramón Llull

El Correo, ELENA SIERRA, 10-10-2008

Desde hace unos meses, Najat el Hachmi tiene que desmentir de vez en cuando que esto o aquello ocurriera alguna vez. Y tiene que decírselo a su propia familia. La verdad es que no todo lo que narra ‘El último patriarca’, la novela con la que ganó el Premio Ramón Llull (narrativa en catalán) y que ahora se publica en castellano en Planeta, es real. Pero «los medios de comunicación» se empeñan en hablar del carácter «autobiográfico» de la obra y así anda la autora, nacida en Marruecos en 1979 y criada en la localidad catalana de Vic desde los 8 años.

No todo ocurrió. Aunque el contexto sí es autobiográfico. El padre de Najat emigró a Cataluña antes de que ella naciera y con el tiempo la familia se reunió en España. Cada año iban de vacaciones a la aldea natal, para ser tratados «a cuerpo de rey, como héroes, con lo que teníamos una imagen del país muy poco real». Los olores, los colores y las sensaciones que cuenta de ambos lados de su vida, aquí y allí, son ciertos. Su madre lleva velo. Ninguno de sus hermanos, salvo ella, ha estudiado más que la Primaria. Está separada. Escribe, como la protagonista sin nombre de la novela, desde pequeña «para digerir todo lo que me rodea. Creo en el poder curativo de la literatura, que al final no es algo tan distinto de lo que hacían mi abuela y mis tías cuando contaban sus cosas».

Sexo a mansalva

En ‘El último patriarca’ aparece todo esto, pero mezclado con la brutalidad del padre, los cuernos y el sexo a mansalva, todo tipo de experiencias «anecdóticas» que terminan de formar el cuadro de una familia musulmana marroquí emigrada a España en la que la hija, más allá de integrase en la sociedad de acogida, siente que tiene que liberarse. Y para ello debe hacerle entender al cabeza de familia que ya no es un patriarca, que ya sólo es un padre.

«La sensación de desarraigo sí es muy mía», explica la escritora, licenciada en Filología Árabe. Estaba «en la frontera, en esa tierra de nadie» que surge de la emigración. El gran choque llegó para Najat en la adolescencia, «cuando todos tenemos crisis. La mía se amplificó». Le habían dicho que era igual a sus compañeros de clase, pero no era cierto.

Durante la infancia y adolescencia, «creces construyendo un futuro en el lugar en el que vives, pero la sociedad de acogida tampoco te lo pone fácil», continúa. Y que sea una persona de la calle, «que no tiene poder sobre tu vida», la que te pone mala cara por ser marroquí, pase. «El problema es que lo haga alguien que sí tiene poder (un jefe, una comadrona cuando vas a dar a luz). Historias con las que ha convivido – cuando comenzó la carrera tenía que tener la nacionalidad española para poder cursarla; cada «fallo es peor porque te dicen que no es sólo un fallo, es que eres marroquí» – como miles de personas. ‘El último patriarca’ no será, espera, un libro único. «Habrá más productos de este tipo, como está ocurriendo en otros países».

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