Celia Maza

LONDRES – El alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, ordenó ayer una investigación sobre el supuesto racismo que existe en la Policía Metropolitana (MET), conocida popularmente como Scotland Yard. La noticia viene sólo cinco días después de que Ian Blair dimitiera como comisario jefe del cuerpo tras meses de críticas a su liderazgo y acusaciones de discriminación del responsable de mayor rango de origen asiático, Tarique Ghaffur, y del presidente de la Asociación Negra de la Policía, Ali Dizaei.

Pero lo que en un principio iba a ser un caso de «asuntos relacionados con la raza y la fe dentro de la fuerza policial» se ha convertido en un asunto político que no deja títere con cabeza. La Autoridad de la Policía Metropolitana (MPA), que supervisa la actuación de la MET, nunca antes había sido presidida por un alcalde hasta la pasada semana cuando el «tory», que ganó en mayo las elecciones, decidió cambiar las reglas del juego. Su relación con Ian Blair, quien siempre fue considerado hombre cercano al laborismo, no fue buena desde un principio y ahora al regidor le han advertido de que los virtuales sucesores podrían temer represalias futuras a la vista de su «intervención aparentemente política» en la salida del comisario.

En medio de la polémica, Johnson tuvo ayer que enfrentarse a las críticas de los miembros del cuerpo, que consideraron que la investigación será «cara, innecesaria y sensible a la acusación de parcialidad», además de advertirle de que el proceso podría menoscabar la credibilidad de la respuesta policial ante enfrentamientos entre agentes pertenecientes a minorías étnicas. Pero el alcalde, que ayer presidió por primera vez una reunión de la MPA, tiene claro que la investigación va a seguir adelante. Más aún después de que la Asociación de Policías Negros haya anunciado una campaña para «disuadir» a jóvenes negros y asiáticos de que ingresen en el cuerpo si prosigue la situación.


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