Strache, la esperanza azul
El líder del Partido Liberal se aproxima al poder con el apoyo de los jóvenes a los que persuade en las discotecas con mensajes xenófobos y contra el Islam a ritmo de rap
Diario Sur,
,
05-10-2008
Heinz Christian Strache tiene una legión de admiradores, la mayoría jóvenes y de sexo femenino, que creen que el político de 39 años es el único capaz de sacudir la anquilosada sociedad austriaca, de poner fin a la amenaza fundamentalista que se cierne sobre el país y frenar a las amenazas que provienen de Bruselas. La ‘esperanza azul’, como suele ser llamado con respeto el líder del Partido Liberal (FPÖ), una imagen que mezcla el intenso color de sus ojos con el de la bandera de su formación, ha prometido impedir que los extranjeros sigan abusando del sistema social del país, cerrar las fronteras a la inmigración y combatir la influencia del Islam.
«Si uno desea obtener una vivienda, sólo tiene que taparse la cabeza con un velo», denunció el político durante la campaña previa a las pasadas elecciones del domingo, al acusar a los socialdemócratas de hacer más accesible las ayudas sociales a los inmigrantes que a los propios austriacos. Su alarde xenófobo ha atraído a algunos adolescentes, preocupados por la integración que favorece la Unión Europea, con frases como la de que «todos los inmigrantes que se convierten en criminales tienen que ser expulsados de inmediato», añadió. Pero el principal enemigo de Strache es el Islam. Bajo el lema «Austria para los austriacos», el líder liberal garantizó prohibir la edificación de mezquitas y denunció que más del 50% de la población musulmana que vive en el país tiene simpatías fuertes por el fundamentalismo islámico, según Strache, el «fascismo del siglo XXI».
Este tipo de demagogia cautivó a un sector de la sociedad que creció con la leyenda de que su nación había sido la primera víctima del nazismo y que había sido anexionado a la fuerza por Hitler en 1938. Un discurso que han empleado los populistas pese a demostrarse lo contrario. Un aspecto que utilizó el propio ultra Jörg Haider, hace 10 años, con el que logró la hazaña de llevar al FPÖ al Gobierno.
Su discípulo más aventajado, Strache, aprendió bien la lección y al igual que su maestro nunca ha condenado los crímenes nazis e, incluso, defendió la conveniencia de eliminar del código penal el delito de «negacionismo» que castiga la refutación del Holocausto y los asesinatos cometidos por el Tercer Reich.
Moderno y fresco
Aunque Strache no tiene el carisma y carece de la habilidad retórica de Haider, ofrece una imagen moderna y fresca, gracias a sus 39 años y un lenguaje simple que cautivó a los votantes, en especial, a la nueva generación. El 40% de los jóvenes entre 16 y 18 años que votaron el domingo por primera vez en unas legislativas europeas, dieron su apoyo a Strache, que sedujo a los nuevos electores con una campaña en la que mezcló la música moderna, la imagen del Che, con boina incluida y un lema robado a Barak Obama – ‘Yes we can’ – acompañado con música rap.
La idea más atrevida de su campaña, sin embargo, fue la utilización de la imagen del revolucionario Guevara como modelo de libertad con la que adornó miles de camisetas. Esta similitud más actual de un rebelde social, más sus mítines en discotecas y su propio cómic del superhéroe HC – Man le hizo subir como la espuma en estos comicios. Su próxima meta es hacer las metas con Haider y convertirse en la segunda fuerza política del país. De nuevo en la antesala del poder.
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