Los supercayucos amenazan Canarias

La llegada de embarcaciones cada vez mayores preocupa a las autoridades n El hacinamiento, el peso y rutas más peligrosas para evitar el cerco policial convierten la travesía en una trampa mortal

La Razón, Miguel Carbonell, 05-10-2008

Miguel Carbonell
Madrid – Salvamento Marítimo, Guardia Civil y Cruz Roja empiezan ya a acostumbrarse a los supercayucos, barcazas procedentes de Mauritania y Senegal que tratan de alcanzar España atestados de inmigrantes. El interceptado el lunes a 55 millas de Gran Canaria ha batido un triste récord: el mayor visto en nuestro país: 30 metros de eslora y 229 subsaharianos a bordo. Sólo una semana antes, otro con 164 fue apresado; a finales de junio, un tercero con 179 llegó a Tenerife. «Es una locura, una temeridad», asegura Juan Antonio Corujo, coordinador del Programa de Respuesta Inmediata de Cruz Roja en Canarias.
Primero fueron las pateras de madera provenientes de Marruecos. Cuando la vigilancia se endureció en el Estrecho y el Mar de Alborán, cobraron protagonismo los cayucos, mayores y más resistentes, fabricados en Senegal y Mauritania, que al principio eran de «sólo» 15 o 20 metros y llevaban a entre 40 y 80 personas. El primero fue detectado en 1994. Ahora superan los 25 metros y transportan a 200 adultos o más. A medida que tamaño y pasaje crecen, las travesías se vuelven más arriesgadas por el hacinamiento y el peso. Usan peligrosas rutas lejos de la costa para evitar el cerco policial. Parten de Mauritania, repostan en Cabo Verde – a 1.400 kilómetros de Canarias – y acaban apresados o, lo que es peor, a la deriva.
El puerto de Noabidú está plagado de cayucos, que se amontonan desordenados en sus pantalanes. Cientos de inmigrantes esperan para embarcar. Salen de madrugada, a la vez que los pescadores. La travesía está llena de obstáculos: tormentas, corrientes, accidentes, desorientación, falta de alimentos, agua o combustible. Mucho riesgo para una improbable entrada en unas islas blindadas por las patrulleras, radares y aviones del Sistema Integral de Vigilancia Exterior de las Fuerzas de Seguridad, que también operan en Mauritania, Senegal y Cabo Verde en colaboración con las autoridades locales.
Los rescatados el lunes «han tenido suerte, porque les pudieron dar comida y mantas pronto», relata Corujo. Sólo seis de ellos tuvieron que ser trasladados al hospital. La mayoría de los que llegan a Canarias lo hacen en peor estado. «Suelen llegar mal, si es que lo hacen con vida», detalla. Sus fuerzas flaquean por la falta de alimentos. No pueden achicar el casco, con la consiguiente hipotermia derivada del contacto con las gélidas aguas del Atlántico. «A menudo no consiguen mantener la embarcación a flote». También se ven obligados a beber agua salada, lo que acelera la deshidratación.
«Cuando van tan apretados, los de en medio ni siquiera pueden hacer sus necesidades por la borda». Suelen ir con dos motores por si falla uno, pero si se quedan sin combustible pueden verse arrastrados por los temibles vientos alíseos. Ese fue el caso del bote hallado en 2006 en Barbados, en el Caribe, cuando rescataron varios cadáveres momificados y medio devorados por las aves.
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