S. Heredia
“Es evidente que el señor Maroni haría bien procurando que su política se centrara en el pacto europeo sobre inmigración (proyecto que pretende regularizar los flujos migratorios dentro de la Unión Europea)”, dijo ayer Celestino Corbacho. “Lo que ha hecho Maroni es una mala contribución a la construcción de una Europa fuerte. No puede decir que Italia tiene un problema ahora, y que luego lo tendrá España”. A su lado, Petre Roman, alto comisionado rumano para la Emigración, escuchaba la reacción del ministro de Trabajo e Inmigración español en una jornada antipática (minutos después, Corbacho definiría los datos del paro español como “malos”).

“Se nota que Italia establece medidas de acogida muy duras – dijo Roman-. No sé si podemos decir que el Gobierno español es permisivo, pero el ambiente aquí es mejor que en Italia. Nuestra preferencia por uno u otro es evidente”.

Alrededor de 700.000 ciudadanos rumanos conviven en España, 257.000 de ellos al amparo de la Seguridad Social. Se trata de una comunidad que crece y se bifurca, pero que también sufre los efectos del retroceso económico español.