La piqueta vuelve en Ramadán

ABC, M.J. ÁLVAREZ. FOTO: SAN BERNARDO | MADRID, 02-10-2008

La piqueta volvió ayer a actuar en la Cañada Real Galiana. E igual que ocurriera hace un año, lo hizo coincidiendo con el Ramadán, cuando se redujeron a escombros veinticinco viviendas. El guión se repitió como en derribos anteriores, sólo que esta vez reinó la calma aunque fuera chicha. Tan sólo escenas de indignación, protagonizadas por quienes ayer se libraron y piensan que tal vez sean los siguientes, y protestas «porque la Policía nos ha sitiado».

No hubo ninguna batalla campal. Tal vez porque los derribos sorprendieron a los afectados, todos ellos marroquíes, o bien celebrando la fiesta del final del Ramadán, el periodo de ayuno y abstinencia que realizan los que profesan la religión musulmana, o porque se habían marchado a trabajar.

Ayer hicieron lo propio con siete de las treinta que tenía previstas el Ayuntamiento de Madrid. «Se limitaron a tocar las puertas y, en las que no respondían, actuaba la excavadora», decía Mohamed, residente al lado de las cinco primeras casas destruidas poco después de las 09.00.

Se enterarán cuando regresen

«Los afectados no saben aún lo que ha sucedido. Se enterarán cuando regresen al término de la jornada laboral», comentaba en alusión a Isham y Alled. Abdul decía indignado: «Estábamos en la mezquita orando con motivo de nuestra fiesta y se han aprovechado de ello. No hay derecho, no respetan nada. Y ninguno sabía lo que iba a ocurrir, ya que no han recibido ninguna carta», recalcaba el grupo de hombres que comentaban lo ocurrido. «Hay una familia en Marruecos por nuestra fiesta. ¡Mirad cómo ha quedado todo! – decía mirando el montón de escombros – . Te gastas 30.000 o 35.000 euros en el terreno y las obras y de golpe y porrazo te quedas sin nada».

Los restos de un cuarto de baño perfectamente alicatado asomaban por entre el enorme agujero hecho por la piqueta en una de las viviendas destruidas. Era la que había quedado más entera, aunque el interior estaba desnudo de enseres. Solo se veía una cama. «Hay gente que se ha aprovechado y ha robado objetos», añadían los hombres del corrillo.

El paisaje de antenas parabólicas en los tejados del asentamiento era la tónica, junto al flamante aspecto de muchas construcciones.

El Ayuntamiento insistía en que los vecinos conocían lo que iba a ocurrir porque todas las casas afectadas estaban deshabitadas o a medio levantar. Ése era el caso de las dos últimas, situadas cerca de las primeros, al mediodía. Así lo corroboraron sus dueños, los apesadumbrados Abduaheh y Abdsladim. «No estábamos aquí porque estaban a medio hacer, ¿qué vamos a hacer ahora?», inquirían. Decían vivir de alquiler en Parla y haberse gastado todos sus ahorros en la Cañada Real.

«Lucharemos por la vía legal»

«¿Por qué no van a la zona en donde están los traficantes?». «¿Por qué empiezan con los «moros» más débiles? ¿Por qué han dejado esto sin tocar tantos años y ahora actúan? ¿Por qué si no pagas la contribución te quitan el importe de la cuenta?», eran las preguntas que se hacían muchos, entre ellos, Lidia, presidenta del sector IV. Tras recalcar que todas las casas estaban ocupadas y que nadie sabía lo que iba a suceder ayer, subrayó: «Lucharemos por lo nuestro por la vía legal, no a palos». Los nervios han vuelto a la Cañada.

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