Rostros de familia
Existen 22 millones 790 mil 188 familias en el país y cada una tiene sus propias características. Ocho de cada 10 hogares son de ciudad, el resto es rural. Dos de cada tres son nucleares, pero el tamaño familiar va en ascenso, pues uno de cada cuatro hogares en México es extenso y la cifra se duplicará en 20 años
El Universal, 01-10-2008
sociedad@eluniversal.com.mx
ESTRATEGIA DE SOBREVIVENCIA
Todo cabe sabiéndolo acomodar
“Aquí vivimos 14, cuatro hombres, seis mujeres y cuatro niños, todos juntos pero no revueltos”, describe risueña y mostrando un par de dientes dorados, Concepción Zuñiga, viuda y jefa de este hogar extenso ubicado en Iztapalapa.
“Yo pensaba que al casarse, los nueve (hijos) se iban a ir, pero no”, dice.
Aunque la familia mexicana es muy unida, el mejor adhesivo no ha sido el amor, sino el factor crisis.
La carencia es una de las características que han dado forma a los hogares mexicanos… “Las familias extensas responden a estrategias de sobrevivencia a periodos de crisis, tienen que juntarse para que les alcance…”, dice María Estelo Rivero, investigadora del Colegio de México.
Por eso los hogares crecen hacia arriba, hacia los lados, para donde se pueda. Casas de dos y tres niveles.
“Cuando mi esposo vivía eran tres recámaras, y después construyeron para arriba”, indica Conchita.
Ahora son seis recámaras. Una por cada familia. La suya sólo tiene una cama porque enviudó, la del hijo soltero está temporalmente vacía porque ingresó al reclusorio, y las demás son de los casados.
Marilú, una de las nueras que llegó embarazada con 14 años recién cumplidos, muestra la división del lecho familiar. La cama king casi abarca la habitación entera: en el extremo derecho duerme su marido, a su lado el niño de cuatro, luego la mujercita de seis y finalmente ella.
“Sí, sueño con un espacio propio”, confiesa. Sólo cuando los niños están en la escuela “podemos… platicar de marido a mujer”, dice un poco ruborizada.
Todo es por tandas en este hogar. La hora del baño corre de cinco a 10 de la mañana, según el turno, la comida se da en dos rondas: primero los niños y luego los grandes porque el comedor cuenta con sólo ocho sillas.
SON ‘LO MODERNO’
Doble ingreso – no hijos
Tienen 7 años de casados. No tienen hijos, pero sí un departamento, una pantalla plana, ella un negocio y él un trabajo en los medios.
Conforman el retrato de familia más inusual en México. “No tenemos hijos, trabajamos los dos, somos profesionistas”, señala Oscar, mientras Lilia remata: “somos una familia moderna”.
Su estructura familiar es conocida como DINK, por sus siglas en inglés, “doble ingreso – no hijos”.
Y aunque no hay nada más común en países industrializados, en México son hogares excepcionales. “Apenas podemos considerar 35 mil hogares en estas condiciones”, expone Enrique García, del Cosejo Nacional de Población.
Su marca: un alto nivel educativo, capacidad de ingreso y una dosis de hedonismo. “Estar solos nos permite salir en las noches, jueves, viernes, sábado, incluso domingos… viajar; disfrutarnos los dos”.
Lilia no descarta el embarazo en el futuro, pero el reloj, en su caso, marca 10 para las 12. Tiene 38.
Aunque la edad promedio del matrimonio ha aumentado, aún son bichos raros.
SOLA AL FRENTE DE SU VEJEZ
El futuro ya llegó
“Haga de cuenta que vivo en el desierto: no hay nada de ruido, de movimiento”, relata doña Margarita Uribe con movimientos grandes de la mandíbula para dejar escapar una voz delgada de “105 años ¡cumplidos!”, dice orgullosa.
Nació en 1903, vivía con su hermana pero murió hace 15 años. Como ella, se encuentra uno de cada 20 hogares mexicanos. Familias donde el adulto mayor queda solo al frente de su vejez.
En 40 años uno de cada tres hogares será así: “En 2050, cuando la población de adultos mayores seamos nosotros, será 28%, prácticamente la mayoría de los hogares va a tener adultos mayores y una buena parte va a estar conformado solo por adultos mayores”, detalla Enrique García de Estudios Demográficos de Consejo Nacional de Población.
“Mis movimientos son muy lentos procuro tener cuidado para caminar, procuro cuidarme”. Y Margarita lo hace bien, porque hasta hace sólo seis meses su familia optó por contratar a una persona que la asista.
UN HOGAR SIN LA FIGURA PATERNA
Familia a distancia
Somos más, vivimos más, tenemos más, nos movemos más, pero, y ¿la familia?
Uno de cada 10 hogares mexicanos está vinculado a la migración. En Pacula, Hidalgo, se resienten las consecuencias de la migración al extremo.
Es un pueblo casi fantasma. Hay menos hombres que casas remodeladas a golpe de remesas.
Las familias están rotas.
“Tengo 24 años de casada con mi esposo y a lo mejor hemos estado juntos como tres porque él está en el otro lado y viene sólo una semana y así”, refiere Berta González, encargada de una cocina familiar y de cinco hijos.
Se puede decir que en el hogar no falta nada: vestido, vivienda, comida. Sólo el padre.
“Tengo un hijo de 22 años, y pues si le hace falta su papá porque anda tomando”, lamenta Berta. En el bajío y norte del país, así como en los municipios expulsores de migrantes, se empieza a hablar del síndrome de “Penélope” o mujeres en depresión, jóvenes sin figura paterna y familias fracturadas.
Aunque se tiene más, las remesas no dan como para sustituir al padre.
“Para mí la vida es triste porque estoy sola con mis hijos”, dice con desgano otra habitante de Pacula, Araceli Leal. Toma a su hijo de ocho entre los brazos y prosigue: “A él le han hecho intervenciones quirúrgicas y las enfrento sola”
El impacto de largo plazo de la migración sobre la familia, aún no ha sido plenamente estudiado,
pero su efecto inmediato, es ese: la distancia, pueblos en extinción y un concepto extraño de la unión familiar.
Esmeralda responde que cuando su padre venía de visita a Pacuala, Hidalgo era
alguien de quien no me acordaba.
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