Más de 3.000 fieles desbordan la mezquita de Nord y ocupan las aceras

Desde las 9:45 a las 10:45 de ayer, atravesar la calle Nord de Lérida no fue tarea fácil. Más de 3.000 fieles musulmanes celebraron el fin del Ramadán con una oración conjunta, como es tradicional al término de su mes de ayuno y meditación, pero las estrecheces de la mezquita obligaron a los seguidores del profeta Mahoma a hacerlo en plena calle. Informado del hecho, el ayuntamiento ha anunciado que iniciará un expediente disciplinario por ocupación de la vía pública y el imán ha calificado inmediatamente de injusta la decisión del consistorio tras aducir que no se puede echar a la gente que acude a rezar y que, además, el consistorio ya sabía que no tienen espacio suficiente desde hacía tiempo. Sin recurrir al agravio comparativo de la total falta de reciprocidad en lo referente a la expresión pública del culto católico, u otro, en los países de origen de los que ayer miraban desde Lérida hacia La Meca, lo que se constata con este tipo de hechos es la irresponsabilidad de no haber previsto las consecuencias de unos flujos migratorios regulados en la mayoría de las ocasiones a golpe de improvisación. Y el peligro de que estos surrealismos multiculturales erosionen la convivencia entre comunidades.