Qué miedo

El Correo, JOSÉ LUIS PEÑALVA, 30-09-2008

N o hay una equivalencia histórica en el avance de la ultraderecha en la Europa democrática. Existen países, como Austria, en los que se alimenta por definición y otros, como Francia, Alemania, Italia o incluso España, en los que depende de la acogida que para ese tipo de perversiones ofrezca la derecha. En Francia está, por ejemplo, de capa caída y su declive no se corresponde con la decadencia de su provecto líder Le Pen, que también, sino con el ardor integrista y espíritu integrador con el que Sarkozy mueve la bandera de la patria y sus fieras exigencias a la inmigración.

En Austria, existe como una afición soterrada que, de repente, emerge. Me decía un colega alemán, como definición absoluta, que hay en ese país más nazis que habitantes, pero como todas las generalizaciones resulta excesiva y matemáticamente falsa. Pero sí es cierto que mantiene sobre un alambre a la política siempre equilibrista (y desequilibrada) del Ejecutivo de turno. Me parece un síntoma, sin embargo, que por vez primera los austriacos hayan votado a partir de los 16 años. Podría pensarse que las nuevas generaciones nos traen aire fresco de progresía. Pero eso es agua pasada y hace tiempo que la mayor parte de mis hijos vota PP. Lo que no es algo que les reproche, sino que constato.

La deriva juvenil, probablemente por el materialismo feroz de sus mayores, ha perdido toda condición romántica para dar paso a los miedos de este tiempo: la inmigración y el paro, demoníacamente asociados. La ultraderecha vienesa es clasista y, como sus usos sociales, se ha quedado en el vals, uniforme con muchos entorchados y vestidos maxiblancos de comunión con adorno de pedrería y cadenas, para unos y otras todo el año es Navidad. A lo que habría que añadir el absoluto fracaso de la gran coalición entre democristianos y socialistas, o sea, el civilizado fiasco de los ciudadanos.

Haider, líder de los ultraderechistas austriacos, es un xenófobo declarado que alabó la política del III Reich. De sus padres, reconocidos nazis, heredó la idea de que Austria es una «deformación ideológica» y los austriacos son étnicamente alemanes. ¡Qué miedo!

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