El Vaticano no comulga con la política de inmigración que el Ejecutivo italiano de centroderecha de Silvio Berlusconi lleva meses perfilando, aunque el lamento pontificio toca también a la Unión Europea. “Está en curso en Europa una reflexión para alcanzar una política común sobre demandantes de asilo y refugiados – dijo anteayer en Radio Vaticano el arzobispo Agostino Marchetto, número dos del Pontificio Consejo de los Migrantes, ministerio vaticano del área-. Por desgracia, la tendencia es a ir a la baja respecto a los compromisos internacionales asumidos en su día para la protección de las personas perseguidas”. Marchetto puso entonces a Italia como ejemplo de esa “tendencia a la baja”, al criticar el último Consejo de Ministros, que decretó un endurecimiento de los requisitos para la reagrupación familiar de inmigrantes . Objetivo: atajar los flujos ilegales. “El número de inmigrantes clandestinos llegados a Italia en el 2008 ha aumentado un 60% respecto al año anterior – afirmó el martes el ministro del Interior, Roberto Maroni-. En el 2007 llegaron 14.200, y este año 23.600”. El cardenal Angelo Bagnasco había dicho el lunes que “los inmigrantes clandestinos son nuestros hermanos”; lo dijo como presidente de los obispos italianos, pero no deja de ser un cardenal, y por tanto es también una voz vaticana.