EDITORIAL

Los inmigrantes prefieren quedarse

Fracasa el plan de Trabajo de pagar el paro en dos plazos para que regresen

Diario de Navarra, , 21-09-2008

El plan del Ministerio de Trabajo que incentiva el regreso de aquellos inmigrantes que han perdido su empleo no ha funcionado. En inmigración, los bandazos del Gobierno son desconcertantes.

N O es consecuente pasar de una postura de barra libre a la ley seca en cuestión de meses, pero lo cierto es que, con el asunto de la inmigración, el Gobierno arrancó mal y no ha sabido reconducir el fenómeno mediante el establecimiento de una política de inmigración que pueda aunar la generosidad y la responsabilidad. Si al comienzo se optó por abrir las puertas sin las cautelas necesarias, ahora se pretende poner sordina a aquellas “alegrías” mediante el regreso de los inmigrantes que han caído en el desempleo. Pero entonces debió tomarse en serio la entrada, estableciendo quiénes venían a trabajar y podían hacerlo y quiénes se movían por otros caminos inconfesables. Y ahora se persigue que el cobro en dos plazos del subsidio de desempleo sea suficiente aliciente para regresar al país de origen. Sin duda, los que han perdido el trabajo son personas, al igual que los españoles, que sufren la coyuntura actual, están integradas y han cotizado como el que más. Por lo tanto, están en su derecho en quedarse, cobrar por meses el desempleo y esperar a que escampe para reintegrarse de nuevo al trabajo. Entre tanto, sus hijos recibirán puntualmente la enseñanza obligatoria y toda su familia estará protegida por el Estado de derecho que, entre otras prestaciones, garantiza la sanidad. Todo eso es mucho más de lo que podrían esperar si vuelven a su país. De ahí que la pretensión del ministro Celestino Corbacho se haya quedado limitada ya a 80.000 personas, que no es ni el 10% de lo que había calculado el Ministerio de Trabajo, y aun esa cifra está por ver si se cumple. No andan muy acertados los políticos, en general, al abordar la inmigración. Unos, con declaraciones desafortunadas; y otros, con medidas absurdas. Quizá habría que empezar a asumir que los inmigrantes al menos los que trabajan honradamente, cotizan y se integran forman parte de este país y volverán a su tierra cuando lo consideren oportuno y den por finalizada, si así lo estiman, su etapa en España. Lo que no se puede hacer es valorar la inmigración como una bendición en tiempos de bonanza económica y demonizarla cuando galopa la crisis.

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