La incidencia del acoso escolar afecta ya a cuatro de cada 100 alumnos alaveses
Diario de noticias de Alava, , 18-09-2008La incidencia de agresiones físicas es baja entre las niñas, aunque éstas padecen más casos de ‘bullying’ psicológico
vitoria. Es probable que la mayoría de los casi 40.000 escolares alaveses que han empezado un nuevo curso hayan reaccionado con pereza a su primer día de clase. Cuatro de cada cien, además, lo hacen con miedo. Al menos, eso es lo que apuntan los expertos consultados por este diario. Agresiones físicas, amenazas, insultos, burlas, motes ofensivos, extorsiones o intimidaciones se convertirán, por desgracia, en parte del día a día de más de centenares de alumnos. Son casi un 4% de los chavales de la ESO y hasta un 6% de los niños de quinto y sexto de Primaria los afectados por el bullying .
“Tampoco es para tanto, son cosas de críos”, pensarán muchos. La justificación y la falta de intervención de los adultos no hace sino alimentar un infierno que puede tener terribles consecuencias, replican los expertos. El profesor de instituto José Antonio Oñederra y la psicóloga Carmen Maganto recuerdan que el maltrato infantil no debe tomarse a la ligera. “En todos los centros escolares se deben desarrollar planes de convivencia para prevenir este tipo de comportamientos y para, en el caso de que se den, saber intervenir tanto con la víctima y el agresor como con los espectadores, los profesores y los padres”, afirma Oñederra. Maganto coincide con él y subraya que este problema social hay que abordarlo “desde arriba, desde los políticos y las instituciones públicas, hasta llegar a los propios centros educativos que, en muchos casos, toman pocas medidas en favor de la convivencia y educan poco en las emociones positivas”.
Maganto agrega que es prioritario investigar sobre los factores de riesgo que intervienen en este fenómeno. “Hay familias que generan conductas agresivas que transmiten a sus hijos; niños que han sido educados con una sobreprotección tan excesiva que no saben enfrentar dificultades por sí mismos y son víctimas fáciles para los acosadores; centros educativos que no sólo no ponen límites a la agresión, sino que casi lo ven como una gracia… Hay que investigar todos los factores”.
inmigrante, Presa fácil Ambos expertos subrayan la importancia de que tanto los profesores como los padres estén alerta ante cualquier indicio de bullying porque, en estos casos, impera la ley del silencio, “nadie quiere ser el chivato por miedo a las represalias” y los adultos suelen ser “los últimos en enterarse”. Así, Oñederra recomienda que se preste especial atención si un niño llega a casa con rasguños, la ropa raída o la mochila rota; si cambia su ruta para ir al colegio o si nunca va acompañado.
Maganto subraya también la importancia de enseñar que las conductas violentas no deben ser motivo de reconocimiento. "Nadie pega sin público. Agredir a otra persona está hasta bien visto entre los compañeros porque la violencia está socializada. El niño que pega es un valiente y la víctima, un mierdica ".
La llegada de inmigrantes a los centros de enseñanza, además, ha generado un incremento de los casos de acoso escolar. “Los de aquí contra los de enfrente, que son minoría – señala Maganto – . Si es muy morenito, es negro o marroquí, inmediatamente se le identifica como inferior aunque sea un superdotado, al igual que a las niñas sudamericanas con rasgos indígenas. Sin embargo, si es una chica rubia del Este, ya se parece más a los europeos y no se produce la discriminación”. Esta modalidad de acoso intercultural, alerta la psicóloga, es “consecuencia de actitudes que se ven en casa”.
Si bien los expertos apuntan a los chicos como el colectivo más propenso a jugar el papel tanto de acosador como de acosado, destacan también que se da una forma de bullying más cruel y refinada entre las chicas. “Hay un porcentaje mayor entre los varones, especialmente en las agresiones físicas porque, las chicas, normalmente, no pegan. Sin embargo, insultan más, son irónicas, burlonas, se centran en la descalificación física… Es un tipo de agresión psicológica”, aclara Maganto. Oñederra coincide y ha constatado esta teoría en su investigación con escolares. “Trabajamos con un método de autoevaluación en el que los alumnos responden preguntas como: ¿pegas? ¿te pegan? ¿insultas? ¿tienes mote? ¿hablas mal de los demás? ¿crees que otros hablan mal de ti?… En estos dos últimos casos, las respuestas afirmativas de chicas se disparan”.
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