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El racista fabricado

La Voz de Galicia, Fernando Onega, 17-09-2008

Mariano Rajoy, después de tantos años, ha recibido en un día dos importantes lecciones de comunicación. La primera es que, como en las bebidas, no se debe mezclar. El líder conservador salió con toda su fuerza a frenar los diálogos del Gobierno en busca de apoyo a los Presupuestos. Sugirió que podría haber pasteleo, como es seguro que habrá, pero no encontró eco en los medios escritos. ¿Qué ocurrió? ¿Que todos se han vuelto zapateristas? ¡No! Algo mucho más sencillo: que don Mariano se tapó a sí mismo con otro mensaje escasamente afortunado sobre el seguro de desempleo de los inmigrantes y los españoles que van a la vendimia francesa.

Habría que decirle, aunque no es necesario, que no es preciso soltar toda la caballería en un solo lance. Es cierto que los motivos para golpear al Gobierno se agolpan en confuso tropel. También es cierto que, estando en la oposición, hay que tener mucha continencia verbal para no dejarse llevar por las tentaciones de zurrar la badana a Zapatero y a cada uno de sus ministros. Pero la fauna de la opinión publicada tenemos una limitada capacidad de digestión y hay que darnos carnaza por raciones. Si no se hace así, puede ocurrir lo que ocurrió: que el crítico salga criticado y, encima, crucificado como si fuera un auténtico racista. Y Rajoy no lo es.

Y esa es la segunda lección: cuando se trata de temas tan sensibles como la inmigración, hay que medir mucho las palabras. Estamos en un tiempo donde la sociedad confiesa en las encuestas que cree que hay demasiados inmigrantes; pero, al mismo tiempo, aceptar esa crítica – o dar la impresión de que se acepta – es de elevada peligrosidad política. Lo sabe muy bien el ministro Corbacho, que necesitó el apoyo de todo el Gobierno para no quedar como un xenófobo por pensar que, si hay albañiles parados en España, no hay que buscarlos en Marruecos.

Rajoy, como él mismo tuvo que matizar después, solo quería retratar la gravedad del paro, con extranjeros en el cobro del desempleo y españoles que buscan trabajo fuera. Pero calculó mal la foto, pareció que se escandalizaba de que un inmigrante cobre de fondos públicos, y no supo ver que acudir a la vendimia no es un hecho de parados, sino la busca de ganancias superiores en Francia. Pero se expresó mal, simplificó en demasía, y el PSOE se lanzó a su cuello con todo oportunismo: era la ocasión para volver a situar al PP en el lugar de donde le sacó precisamente Rajoy, la extrema derecha y xenófoba. En los mensajes políticos, no hay piedad. Se trabaja en destrozar al contrario. Y, cuando las cosas se ponen así, es suicida dar facilidades. Un buen ejercicio para la derecha, antes de hablar, sería imaginarse lo que José Blanco le puede responder.

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