A pesar de que en Roquetas de Mar la tensión entre ambos colectivos sociales es latente, varias agrupaciones africanas y gitanas se unieron ayer en Madrid para dar una rueda de prensa conjunta y cargar contra las administraciones, a las que acusan de los «trágicos» sucesos del municipio del Poniente almeriense. En su opinión, el homicidio y los posteriores disturbios no son un «hecho aislado», sino consecuencia del «abandono, del racismo institucional y de nuestra invisibilidad social», criticó Abuy Nfubea, presidente de la Federación Panafricanista de Comunidades Negras de España.

En este sentido, este representante exigió a las autoridades «que hagan algo más que lamentarse» por la muerte de Ousmane Kote y por la violencia desatada después. «Nuestras comunidades siempre han estado en crisis, siempre han sido las últimas y las más excluidas», apuntó Nfubea. Asimismo, calificó de «cortina de humo» las teorías que apuntaron a que la muerte del inmigrante estaba relacionada con las drogas.

También fueron duras las palabras de Pilar Heredia, presidenta de la asociación gitana Yerba Buena. Este tipo de conflictos, denunció, están creados «por las políticas perversas del realojo». De hecho, las Doscientas viviendas acogen a más de seis personas por casa, e incluso superan la decena de inquilinos, según diversas estimaciones. Mientras tanto, Luis Al berto Alarcón, de la Fundación Vida, se quejó de que estos grupos no juegan «ningún papel. Sólo somos los recolectores de las aceitunas». Para que los españoles tomen conciencia de su exclusión y les apoyen, «como a los homosexuales», han convocado una manifestación el 12 de octubre en Madrid.