Detenido el marroquí que provocó la pelea de Roquetas en la que murió un senegalés

El Mundo, FERNANDO MUGICA, 10-09-2008

‘El Moro Pollo’, amigo del presunto asesino, empleó una porra eléctrica en la reyerta La Guardia Civil detuvo ayer por la tarde en Roquetas de Mar a un ciudadano marroquí, conocido como El Moro Pollo, por su relación con la muerte del senegalés Ousmane Kote en la noche del pasado sábado. El detenido, el primero por este crimen, es amigo del asesino y la persona que inició la pelea que desembocó en el apuñalamiento.


La detención coincide con la historia de lo sucedido el sábado por la noche que Paco, un compañero de trabajo del fallecido, relató ayer a EL MUNDO. Según su versión, todos en el barrio de las 200 Viviendas saben más detalles sobre lo que ocurrió de lo que se ha contado. Y él los cuenta.


«Ousmane bajó al locutorio para enviar parte del dinero que había cobrado por la mañana», inicia Paco su relato. Sus cinco compañeros del piso de 40 metros en el que vivía el senegalés se quedaron viendo el partido de fútbol entre España y Bosnia. «En la calle discutían dos hombres por un asunto tan trivial como un agua derramada por la cabeza. Uno de los que discutían era de raza negra y el otro, al que todos conocen como El Moro Pollo, era marroquí. Este sacó del bolsillo una pequeña porra eléctrica y se la puso al senegalés en el cuello. Fue el momento en el que pasaba por allí Ousmane. Trató de intervenir para que se calmaran y la cosa no fuera a mayores. En ese momento, apareció un amigo del marroquí y, sin más, agredió con una navaja a Ousmane y se la clavó en el costado debajo del hombro».


Así ocurrió la agresión que terminó con la vida de este senegalés de 28 años, según su compañero. Y añade que «lo más terrible es que, aunque es cierto que la ambulancia tardó más de una hora en llegar, también es cierto que ninguno de los compatriotas de Ousmane se atrevió a moverlo ni hizo nada para trasladarlo a un centro sanitario. Prácticamente murió desangrado, aunque la herida no era mortal de necesidad. El miedo los paralizó».


Ousmane tenía un futuro razonable dentro de lo que son las condiciones de vida de la barriada de las 200 Viviendas. Estaba en camino de regularizar sus papeles, aunque todavía trabajaba en los invernaderos sin estar dado de alta. «En el trabajo todos le llamábamos Barka y éste era su cuarto año en España», recuerda Paco, su compañero. «Había estado durante toda la semana sulfatando tomates. Estaba contento porque ese fin de semana podía mandar a su mujer y a su madre, a Senegal, parte de los 250 euros que acababa de cobrar. Era un muchacho cumplidor y normal, de los que no se meten en líos».


Paco remarca que Ousmane no tenía nada que ver con el mundo de la droga. Y asegura que la Guardia Civil tuvo muy pronto los datos de los agresores y controló rápidamente a uno de ellos: El Moro Pollo. Simplemente, los agentes han esperado un par de días para realizar la detención, con la esperanza de que les llevara a otros sospechosos.


El presunto asesino, de nombre Juanjo, sigue libre. Aunque está casado con una gitana, él no pertenece a esta etnia, lo que no ha impedido que la rabia de los jóvenes negros de Roquetas se haya dirigido contra los gitanos, que aún están asustados.


En la calle de Nador, una familia gitana cuenta su preocupación: «Aquí hemos vivido siempre con relativa calma. Pero a mi hermana la pararon la otra noche y la amenazaron de muerte. Aquí han tratado esta noche de forzar el cristal para robarnos. Han comenzado los saqueos y no sé dónde va a terminar esto».


Son varios los vecinos que nos cuentan lo mismo. Hay miedo y, aunque la presencia masiva de guardia civiles ha impedido en los últimos dos días cualquier conato de violencia, los ánimos siguen muy exaltados.


«Se han apoderado de la calle de Nador desde que está la mezquita», dice un vecino que lleva 35 años en el barrio. Los viernes está tan lleno que encerramos a los niños dentro de casa. Aquí ya no se puede vivir. Cualquier día vamos a pillar un virus».


El barrio de las 200 Viviendas se ha deteriorado por puro abandono. La mayor parte de los vecinos españoles se ha marchado. En cada piso viven entre seis y ocho personas, que pagan unos 150 euros de alquiler al mes cada uno. Las casas, de tres pisos, con 40 años de antigüedad, están muy abandonadas.


Los pequeños comercios están perdiendo mucho dinero. La vida en la calle siempre ha sido nocturna y ahora, con la Policía en cada esquina, todo está desierto en cuanto oscurece. La calle donde murió Ousmane tiene un bello nombre de poeta, Pedro Salinas. Al lado están las de García Lorca, León Felipe o Vicente Aleixandre. Pero que nadie le busque muchas connotaciones. Las otras bocacalles del barrio se llaman Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.


«Habrá un estallido mucho más grave»


El antropólogo Francisco Checa, uno de los profesores que más ha estudiado el fenómeno de la violencia racista que se produjo en 2000 en la cercana localidad de El Ejido, piensa que no se puede despachar lo sucedido en Roquetas como un hecho aislado y sin más repercusiones: «Lo que ha sucedido es producto de la rabia y la frustración. No ha habido un verdadero estallido, pero si no se pone remedio lo habrá y será mucho más grave. Existe mucha indignación contenida. Los inmigrantes han tocado techo en sus expectativas. La rabia terminará por explotar. Son conscientes de la explotación sistemática en el trabajo, la falta de mantenimiento en el barrio y la ausencia de cualquier vida cultural, y todo eso junto lleva a los más jóvenes a una rebeldía que tendrá consecuencias».


Añade el antropólogo que «los empresarios cumplen cada vez más con la normativa, pero también saben que, si les consiguen papeles, se marcharán, porque el trabajo en los invernaderos es muy duro y poco saludable. ¿Quién se va a poner un mono de faena y una mascarilla con este calor debajo de los plásticos? Cuando tienen papeles intentan irse a la construcción, que está mejor pagado. Lo peor es que ahora se ha colapsado la construcción. Por eso se ven tantos jóvenes sin nada que hacer durante todo el día, deambulando por las calles del barrio».

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