Arde Roquetas
Deia, 08-09-2008
>La muerte de un senegalés en una reyerta vuelve a cuestionar la política de inmigración del Gobierno que continúa basándose en las necesidades coyunturales de la economía sin reparar a las condiciones sociales de los llegados.
>LA muerte de un senegalés en una reyerta con una persona de etnia gitana y los posteriores actos vandálicos que se produjeron en una barriada de Roquetas donde conviven inmigrantes subsaharianos con gitanos ha vuelto a encender las alarmas de las consecuencias que acarrea una política de inmigración instalada en las necesidades coyuntarales. La asociación de ayuda a los inmigrantes Almería Acoge ha aclarado que los sucesos poco o nada tienen que ver con brotes racistas o xenófobos y que todo se debió a un problema de ajuste de cuentas por oscuros negocios con las drogas. Pero el problema sigue siendo el mismo: el motivo del inicio de la reyerta no resuelve la cuestión de fondo, que no es otra sino las condiciones en las que residen los inmigrantes que llegan a trabajar y que en muchos casos se encuentran con las puertas del empleo cerradas a cal y canto. No es ninguna novedad que en periodos de recesión económica como la actual, los primeros en pagar las consecuencias de la crisis son los estamentos más bajos, los más desfavorecidos. Los inmigrantes son los primeros en esa lista de la desdicha. No hay que extrañarse, por lo tanto, que la mecha prenda donde más posibilidades hay para ello. Ante el aumento del paro y la previsible subida en los próximos meses, el Gobierno de Zapatero trata de cerrar las puertas a la contratación laboral en origen. Es lógico, por un lado, que así sea porque en la base de las políticas de inmigración siempre ha estado la necesidad de mano de obra, no los derechos de los países pobres a recibir parte de la riqueza de otros. Sólo interesan los inmigrantes cuando hacen falta para el trabajo. La corrección que la vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega ha hecho a su ministro de Trabajo e Inmigración Celestino Corbacho se basa en esa misma premisa: la contratación en países de origen de los inmigrantes se seguirá manteniendo pero “siempre que haga falta y siempre que las personas que están en paro en España hayan tenido la oportunidad sin distinción de origen de acceder a las pocas o muchas ofertas de trabajo”. Es decir, nada de criterios de solidaridad y de reparto de la riqueza; al contrario, con el Gobierno socialista sigue primando la coyuntura económica. Probablemente, al hacer esa declaración de intenciones, el PSOE haya ganado un puñado de votos o haya puesto el freno para algunos que podrían escapársele. Y realmente eso no es lo bueno sino lo malo de la política que se hace a golpe de coyuntura. Se cree que se gana, pero en verdad no se avanza. Una política seria de inmigración exige mirar más a las necesidades laborales y también sociales de los que han llegado dejando sus países de origen. De lo contrario volverán a suceder episodios tan lamentables como los sucedidos en Roquetas, porque no ha sido producto de la casualidad.
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