«España cierra el grifo», titula en su edición del fin de semana el diario marroquí Le Soir Échos , haciendo alusión a la inicial decisión del Gobierno español de poner fin a la contratación de trabajadores extranjeros en origen. Al igual que este, otros rotativos punteros en Marruecos como Al Massae, Le Matin o Assabah también llevaban esta noticia a sus primeras páginas. Y es que la repercusión de tal medida no es una cuestión baladí en un país que abastece casi 30.000 de los 200.000 contratos de esta índole que cada año se firman en España. Solo por dar algunos datos, para el 2009 ya han sido contratados casi 20.000 temporeros agrícolas marroquíes y el sector turístico español ha llegado a acuerdos para la contratación de casi 2.000 trabajadores para el próximo curso.

Ante la alarma generada por las declaraciones del ministro Corbacho, varios responsables del Ministerio de Empleo de Marruecos han saltado a la palestra para relativizar esta medida, asegurando que el sector agrícola, que representa el 75% de los trabajadores marroquíes contratados en origen, no se vería en ningún caso afectado. Desde la Agencia Nacional de Promoción de Empleo y Competencias (Anapec), a través de la cual se llevan a cabo estas contrataciones, han hecho lo propio, estimando que es demasiado temprano para sacar conclusiones. «Por el momento, a la espera de ver si esta decisión es definitiva, seguiremos trabajando normalmente con las autoridades españolas dentro del respeto de los contratos que ya han sido firmados», asegura Hafid Kamal, director general de la Anapec.

Así las cosas, los temporeros que trabajan fundamentalmente en los campos andaluces no tienen nada que temer. La selección y contratación en origen de marroquíes se realiza según los acuerdos suscritos entre España y Marruecos en el marco del programa de asistencia financiera y técnica a terceros países en los ámbitos de migración y asilo (AENEAS) de la UE. Además de para reforzar la cooperación bilateral, este acuerdo pretende ser un arma para luchar contra los flujos de inmigración irregular. La medida española tampoco debiera tener efectos sobre los empleos en el ámbito del turismo y la gran distribución.

Entre lo titubeante de la medida española y la firmeza de los contratos y acuerdos alcanzados con Marruecos, el temor al fin de estos contratos parece no haberse instalado entre la población. Además, tal y como señala un internauta marroquí en un foro sobre la materia, «¿acaso están los españoles dispuestos a coger aceitunas bajo las mismas condiciones que nuestros temporeros?». Y es que aquí, en definitiva, a nadie escapa lo duro de jornadas de ocho horas durante seis días a la semana a razón de 35 euros diarios y en condiciones de alojamiento bastante precarias.