Cataluña, «perpleja» y confusa ante los retos en economía, trabajo e inmigración
ABC, 04-09-2008YOLANDA CARDO
Con un millón de inmigrantes , el estudio señala su integración como uno de los retos a afrontar
NATALIA ARAGUÁS
BARCELONA. Confusa, perpleja, vacilante. Con este estado de ánimo afronta Cataluña «las grandes transformaciones que está sufriendo», según Oriol Homs, presidente de la Asociación Catalana de Sociología. Esta entidad, filial del Institut d´Estudis Catalans (IEC), presentó ayer el segundo anuario Societat Catalana, correspondiente al 2008. «¿Puede Cataluña mantener su singularidad en el futuro y pretender una relación de mayor bilateralidad con el Estado sin ser una potencia económica de primer orden?», interpela el documento. En él se echa de menos la «capacidad de innovación y de empuje» demostrada en la primera transición a la sociedad industrial y hoy ausente. «Cataluña no ha perdido el tren», quiso tranquilizar Homs, «sólo está en los últimos vagones».
El anuario sitúa entre los ejes que «alimentan la perplejidad» de los catalanes la progresiva toma de conciencia de que han dejado de ser «el motor» de España para situarse «a la cola» del grupo de autonomías más avanzadas, como Madrid, Navarra o el País Vasco. Ahora que España se ha instalado en la modernidad – «más o menos», se matiza – a Cataluña no le funciona ir por libre como hasta el momento porque «los parecidos le discuten la primacía». En este nuevo orden de las cosas, se ha dado cuenta de que no ha sabido tejer con el Estado «unas relaciones de fuerza que le sean beneficiosas». Como puntilla, el informe califica sucesivamente de «pataleta» e «ilusión naif» pensar aquello de que «si en Madrid no nos entienden dejémoslo correr y miremos hacia Europa». En el terreno internacional no se puede competir sin tener «un estado como mínimo cómplice», se advierte.
En definitiva, Cataluña «se ha dormido en los laureles» durante bonanza y ahora le toca encarar tiempos más complicados sin haber construido un modelo propio de liderazgo, concluyó ayer Homs. Con la económica a favor, se creyó «el centro del mundo» y creció «pensando que todo funcionaba»; la realidad ha acabado por imponerse.
En el año 2008, a los dirigentes catalanes les toca apechugar con una ola migratoria sin precedentes, una economía en crisis y un ciudadano desconcertado ante los dilemas que le plantean las innovaciones científicas y las nuevas formas de vida.
Inmigración y catalanidad
El IEC dedica todo un capítulo a analizar la secularización de la sociedad catalana, que se produce en paralelo a una creciente diversidad religiosa fruto de sus nuevos ciudadanos. Sobre ellos, Homs señaló que «la catalanidad de la inmigración no se soluciona dando hospital y escuela. Hay que acercar los discursos de integración a los de país». No en vano, Cataluña supera el millón de inmigrantes . En un momento, advierte el anuario, en que corre peligro de «regionalización» ante una España que ha recuperado el lustre que perdió en el franquismo.
Respecto a los ciudadanos autóctonos, se dividen entre los que votan, los que se abstienen y los que están cansados. A juzgar por el análisis de las municipales del 2007 que realiza el estudio, la mayoría se debate entre estas dos últimas categorías. En aquellos comicios, casi la mitad del electorado (un 46,3%) optó por quedarse en casa, mientras que un 3% de los que votaron lo hicieron en blanco, la cifra más alta de todas las municipales hasta el momento. Esto puso en guardia a la clase política, que tuvo que admitir que el grado de desafección no era coyuntural por mucho que los catalanes se recuperasen del hastío del debate estatutario. «Si queremos que la participación electoral vuelva a ser significativa en la vida de las personas debemos modificar un conjunto de circunstancias», se constata. En particular, se aconseja incentivar el voto en las núcleos urbanos menos favorecidos.
Políticas «más equitativas»
Según el informe, la educación tampoco va bien y la procedencia social de los padres se erige en la variable «más explicativa» de las diferencias entre alumnos. La coordinadora del anuario, Teresa Montagut, reconoció que resulta difícil incidir en esto desde el sistema educativo. En su opinión, la solución pasaría por apostar por «políticas más equitativas» y dar más recursos a quienes los necesiten. Otra cuestión que preocupa a la clase media es la «pérdida de salud» que creen que se está produciendo. Ante este panorama general, Homs animó a recuperar la vitalidad perdida. «Cataluña no es un país de pasotas», espoleó.
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