Inmigración

«No le quitamos el trabajo a nadie»

El Mundo, LUIGI BENEDICTO BORGES, 03-09-2008

Las asociaciones de ciudadanos ecuatorianos, rumanos y chinos reconocen que la crisis económica también les afecta y señalan que no sufren xenofobia en el campo laboral La crisis afecta a todos. Y los inmigrantes que eligen Madrid como punto de salida para un repunte de su porvenir no son una excepción. El problema nace cuando al llegar a su soñada tierra de las oportunidades se encuentran con que el paro amenaza con convertir todo en una pesadilla. Aún así, el número de ciudadanos extranjeros que llegan a la región no se frena, aunque muchos se asombran al aterrizar con lo que cuentan los compatriotas que llegaron a Madrid años antes, tras disfrutar de un tiempo de bonanza, ahora se encuentran con la dura caída.


«Lo estamos viviendo en carne propia», explicaba ayer Hernán Mosquera, presidente de la Asociación Ecuatoriana Amistad. «El bajón de la construcción ha sido muy duro y nos ha afectado mucho. Ha sido muy duro para todos, especialmente el periodo de marzo a abril, porque muchos latinos trabajaban en la construcción». Reconoce que han sufrido la crisis «de manera directa» tanto él como el gran número de ecuatorianos de todas las edades que acuden a su asociación, que organiza varios campeonatos deportivos.


«Antes enviábamos dinero a las familias en el Ecuador casi todos. Ahora apenas lo hace el 20%», explica Mosquera, que pese a todo, dice que la crisis no ha provocado un aumento de los ataques xenófobos por cuestiones laborales. «Por suerte, la gente ha comprendido que nosotros no quitamos el trabajo ni a los españoles ni a nadie», dice rotundo Hernán, que está seguro de que no habrá problemas en ese aspecto, ya que «los ecuatorianos hemos sido muy bien recibidos en Madrid».


Otro de los problemas con los que se están enfrentando estos inmigrantes tiene como protagonistas a los recibos. «Lo estamos pasando muy mal con las hipotecas que muchos nos hemos metido a pagar. Eso, y que muchos llegamos con 30 – 40 años y ahora tenemos 40 – 50. Y eso se nota en el que muchos de nosotros no somos sólo padres, sino también abuelos. Y ahí está el principal inconveniente. Si los progenitores deciden marcharse de vuelta a Ecuador, ¿cómo se lo explican a sus hijos que se han educado aquí en Madrid? Porque el ritmo de vida es completamente distinto en ambos países y el cambio sería muy duro para nuestros descendientes», concluye.


En los mismos términos se ha pronunciado el presidente de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Rumanos en España, Miguel Fando. «La crisis se ha notado muchísimo sobre todo en el sector de la construcción», explica, «lo que ha hecho que muchas familias se hayan planteado la vuelta a casa, con todos los problemas que eso puede conllevar», asegura.


En el caso de los ciudadanos de origen chino, el problema se ha notado sobre todo en el sector de la hostelería, el gremio en el que suelen comenzar a trabajar los recién llegados a Madrid. «Ahora es más difícil que entren a trabajar de buenas a primeras porque entre nosotros también ha subido el paro», reconoce Felipe Chen, presidente de la Asociación de Comerciantes Chinos de Madrid.


Los empleados chinos acostumbran a trabajar en negocios que son propiedad de empresarios de su misma nacionalidad, pero eso no ha facilitado su situación. «Ahora hay menos necesidades de trabajadores porque todos nos hemos apretado los cinturones y se abren menos negocios», explicó Felipe Chen.


EL PROBLEMA DE LA VUELTA A CASA


«No pueden haber expectativas de retorno en seco». Así de contundente se muestra Miguel Fonda, presidente de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Rumanos en España (Fedrom) con el problema que puede derivarse de la vuelta de familias rumanas a su país natal.


Mientras que España se encuentra en desaceleración, en Rumanía el crecimiento anual es del 7%. Ante esa perspectiva, Fonda considera que «la vuelta no puede ni debe ser desordenada». «Los sindicatos, las empresas y las administraciones de ambos países deben ponerse de acuerdo en este asunto, teniendo en cuenta además que el caso de los búlgaros y los rumanos es diferente y más difícil, porque aunque puedan llegarse a acuerdo socieconómicos con ellos, al ser comunitarios y existir la libre circulación de personas en Europa no se le puede decir a ningún ciudadano comunitario que, si se va, debe estar unos cuantos años sin volver a España», sentencia.

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