Navidad, Pascua y... ¿Ramadán?
ABC, , 02-09-2008«Compromiso con uno mismo, solidaridad y amistad. Acordarse de los demás, de los que pasan hambre, darse un tiempo de reflexión, hacer una parada en el camino». Así describe el diputado socialista Mohammed Chaib el Ramadán, que la mayoría de países musulmanes dieron ayer por comenzado. La abstinencia de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta el crepúsculo durante noveno mes del calendario islámico es uno de los preceptos básicos de la religión musulmana, su cuarto pilar. Chaib se atendrá a él, porque tiene «capacidad y facilidad» y «nada ni nadie» se lo impide. Los 300.000 fieles musulmanes que residen actualmente en Cataluña harán lo propio en la medida de sus posibilidades. Enfermos, ancianos, viajeros, niños y mujeres con la menstruación, embarazadas o que acaban de dar a luz están exentos. Se suma «todo musulmán adulto y practicante que esté en condiciones», según Mohammed Haoul, portavoz del Consejo Islámico Catalán.
El Ramadán se rige por el calendario islámico, que es lunar, y es 11 o 12 días más corto que el de uso universal, el gregoriano, que tiene en cuenta los ciclos solares. Por ello, cada año cambia de fechas: en el 2008 ha caído en 1 de septiembre, en plena operación retorno. «No es que de repente te lo encuentres, la gente ya lo prevé», valora Fátima Ahmed, de la Asociación Socio Cultural Ibn Batuta. Según explica, el mes anterior (Sha´ban) los musulmanes ya van calentando motores y suelen hacer Ramadán los jueves, o incluso lunes y jueves, para prepararse. En opinión de Fátima, que este año el ayuno coincida con la vuelta de vacaciones no tendrá mayor repercusión que «los que han estado en Marruecos vengan cargados de dulces de Ramadán a sus casas». En este país, son comidas típicas de esta época la «harira», una sopa que se suele servir acompañada de dátiles y la «chebakia», un dulce «muy parecido a los pestiños de Navidad». También el «sfuf», una variedad de frutos secos triturados. Todas ellas se consumen tras la caída del sol, un momento de auténtica ebullición en todos los países islámicos.
El colectivo marroquí encabeza la inmigración en Cataluña, con 191.652 ciudadanos según datos del INE del 1 de enero del 2007. Como el resto de musulmanes, suele aprovechar estas fechas para dar a conocer las particularidades de su religión y gastronomía. Entre las actividades figuran conferencias y «romper conjuntamente el ayuno» con todo aquel que quiera sumarse, explica Fátima. Es habitual en estas fechas que las mezquitas celebren jornadas de puertas abiertas y ofrezcan comida tras el crepúsculo para todo aquel que, por falta de medios o de compañía, lo tenga más difícil. Tampoco niegan un plato a los necesitados los restaurantes de estos países en Barcelona, asegura Mohammed Chaib. «Es un momento de solidaridad y compañerismo. Nadie entiende que un musulmán quiera romper el ayuno y no pueda». Mención aparte merece la Fiesta de Fin de Ramadán («Id ul Fitr» o «banquete de caridad»), que dura tres días y arranca con una oración en todas las mezquitas del planeta. A esta celebración se invita en Barcelona a autoridades catalanes y diferentes entidades, para que participen en un acto que suele tener lugar en un hotel y ser multitudinario.
Relajo de las costumbres
«En Pakistán, si abres un restaurante en Ramadán viene la policía, puedes ir hasta a la cárcel», confiesa Javed Illyas, de la Asociación de Trabajadores Paquistaníes de Cataluña. Illyas explica que, en su país, guardar el Ramadán es algo más que una muestra de devoción. «Hay castigos», resume. No tarda en admitir que, de los 25.362 de sus compatriotas que viven en Cataluña y conforman la segunda comunidad en la categoría de países islámicos, no son pocos los que han relajado las costumbres. «Cuando viven juntos, es una obligación social», añade. En cualquier caso, la mayoría de paquistaníes todavía respeta el Ramadán y vive «con alegría, como una gran fiesta» la puesta de sol. Illyas observa que compaginarlo con un «trabajo duro», de tipo físico, se hace «difícil». Le consta que en algunos sectores, como la construcción, aumenta el número de musulmanes que negocian empezar antes la jornada laboral para salir a las cuatro, porque a partir de esta hora «se hace imposible mantener el ritmo». En este aspecto también incide Mohammed Chaib, quien recuerda la existencia de Acuerdos de Cooperación del Estado con Confesiones de Minoritarias (evangélicos, musulmanes y judíos) en previsión de situaciones de este tipo.«En Ramadán se establece dejar dos horas libres los viernes para acudir al rezo más importante de la semana», señala. El resto de oraciones (cinco al día, de unos diez minutos) pueden realizarse desde casa o el lugar de trabajo. Chaib admite que, en práctica, es «complicado» imponer que se llegue a un acuerdo. En su caso, sigue el horario laboral a rajatabla: «Si las empresas lo ponen fácil mejor, pero muchas veces es una cuestión de voluntad». Algo en lo que coincide Fátima, quien destaca que en los países de origen «no hay un parón laboral, los niños van a la escuela y los adultos al trabajo». El Ramadán sólo se nota en cierto ambiente festivo, el cierre de los restaurantes y la reducción de jornada de algunos funcionarios, enumera. Según coinciden todos los entrevistados, a Cataluña sólo le falta tiempo para habituarse a ciertas costumbres de sus nuevos ciudadanos.
Para los 300.000 musulmanes que viven en Cataluña, ayer comenzó su mes de ayuno _Conferencias y festines para todos en las mezquitas a la caída del sol contribuyen a divulgar el cuarto pilar del Islam
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