Campaña en Francia

Los parados del 'ladrillo' vuelven a la vendimia

El Mundo, Por Olatz Ruiz y Andrés Moya / Cádiz / Montejícar, 31-08-2008

La crisis eleva un 10% el número de españoles que recogerán la uva en el país vecino. Hace ya bastantes años, incluso antes del boom inmobiliario, se llamaban desertores del arado a los que llegaban del campo buscando ocupación en la construcción. Ahora, el ladrillo pasa por una gran crisis y muchos de los que dejaron el campo buscando los buenos salarios y el empleo continuado de la construcción vuelven sus ojos a la agricultura. El primer dato lo han facilitado los sindicatos: este año viajarán un 10% más de españolas a la vendimia francesa en busca de un salario más que digno (entre 1.900 y 2.300 euros).


La Federación Agroalimentaria de UGT anunció que para la campaña de la vendimia francesa se contará con 12.000 trabajadores españoles que, en su gran mayoría acudirán desde Andalucía, con un 73,3%, seguida de la Comunidad Valenciana (10%), Murcia (3,3%) y Castilla – La Mancha (2,5%).


Estos datos no se pueden interpretar como una avalancha de jornaleros, ya que apenas supone el viaje a los viñedos galos de un millar de trabajadores más. Sobre todo teniendo en cuenta que la vendimia francesa ha quedado reducida a una costumbre entre algunas familias que redondeaban sus ingresos, más que por una necesidad. Pero la secretaria de Migraciones de la Federación, María Angeles Repilado, no duda en interpretar este incremento como un cambio de tendencia respecto a los últimos años, «consecuencia directa» de la crisis de la construcción.


Desde UGT se explica que muchos de los españoles que ahora van a la vendimia francesa son trabajadores que han decidido retornar a la agricultura. Prueba de ello es que comienzan a sumarse trabajadores de comunidades como Galicia y Cataluña, que no acostumbran a realizar esas tareas.


Esto se ve con preocupación entre los empresarios agrarios, que durante los últimos años ocuparon con extranjeros el vacío dejado por los jornaleros españoles en las tareas del campo. «No se puede pensar en el campo como el refugio para la crisis. Nosotros tenemos nuestros propios problemas y si podemos contratar personal nacional lo haremos encantados, pero hay que saber si están dispuestos a aceptar los empleos en las condiciones actuales y si todos los que dicen querer trabajar en el campo están capacitados», explica Ricardo Serra, presidente de Asaja – Andalucía. «Muchos habían salido del campo deslumbrados por los altos salarios de la construcción, pero las cosas han cambiado. El campo se ha mecanizado y no hace falta tanto empleo», explica Serra, «hay trabajos que necesitan una especialización y no todo el mundo tiene la preparación suficiente».


Curiosamente, hace tan solo unos meses las quejas provenían de los empresarios porque no encontraban gente dispuesta a trabajar en el campo. Y por eso se recurría a la mano de obra de otros países como Polonia y más recientemente Rumanía o Mauritania.Sin embargo ahora, tanto CCOO como UGT se están replanteando la política de contratación externa, al igual que otras organizaciones agrarias como Coag que también organizaba periódicamente viajes a otros países para completar los cupos de trabajadores inmigrantes.


En todo caso hay estudios que recuerdan que el campo difícilmente puede absorber el empleo que otros sectores destruye. Es el caso del realizado por Sevilla Siglo XXI con datos del Observatorio Andaluz de Empleo Agrario que concluye que el sector primario sólo genera empleo para el 39% de los activos registrados en la agricultura en esta provincia andaluza.


La conclusión más llamativa es que entre los meses de mayo y septiembre la ocupación de los jornaleros sevillanos pasaba de un 11% a un 85%, coincidiendo con los dos meses de menor y mayor actividad en el sector agrario.


La vendimia francesa tampoco supone una prueba definitiva sobre la vuelta al campo de trabajadores de la construcción ahora en paro. Muchos no habrán acudido en espera de encontrar trabajo en el verdeo (recolección de aceituna de mesa) más próximo a sus pueblos, como es el caso de la provincia de Sevilla o unos meses más tarde en la aceituna de molino.


Hace unas semanas, el Foro de la Inmigración de Jaén, compuesto por representantes de la Administración, empresarios, sindicatos y ONG, advirtió de que en la próxima campaña olivarera apenas hará falta el 10% de los inmigrantes que se desplazan habitualmente.El Foro de la Inmigración hará una campaña de difusión en las zonas de origen de los temporeros extranjeros. Sin duda aquí estriba el mayor riesgo de conflicto, entre los jornaleros extranjeros que llegaban los últimos años y los que ahora quieran incorporarse a estas campañas. «El mensaje que tenemos que trasladar es que en la próxima campaña de la aceituna será suficiente con la mano de obra de los desempleados autóctonos, si acaso harán falta unos 700 inmigrantes», declaró Fernando Calahorro, subdelegado del Gobierno en Jaén.


«Todos hemos tenido que arrimar el hombro en casa»


Juan Ramos y su esposa María Soledad Castañeda viajan a la vendimia francesa acompañados por sus hijos Juan Jerónimo, de 19 años, y Juan Manuel, de 16, que acude por primera vez. Ellos son una familia de jornaleros fajada en la dura recolección de la uva francesa. «He estado tantas veces en la uva, que cuando voy a Francia es como si fuese a mi casa», expone el cabeza de familia.


Para Juan las condiciones laborales en las fincas vitivinícolas galas han cambiado con el paso de los años: «Nosotros vamos a una finca donde tenemos de todo, el alojamiento, la comida, etc».Juan reconoce que este año toda la familia ha tenido que «arrimar el hombro para llevar un jornal a casa». «Con el dinero que sacamos de la vendimia y otros jornales podemos pasar el año sin muchas dificultades», apunta. La familia de Juan forma parte del contingente de trabajadores españoles que se desplazará a localidades francesas como Perpignan o Burdeos a principios de septiembre. 8.400 serán andaluces y el resto valencianos, castellano manchegos y murcianos.En la campaña francesa ganan más del doble de lo que obtendrían en España por el mismo trabajo.


«Son muchos los que vuelven este año, la necesidad aprieta»


Como cada año por estas fechas Antonio Galindo, se seca el sudor de su frente con sus manos tintadas de la uva recolectada en la finca La Marguelleta, cerca de Marsella. Antonio, de 45 años, vendimió sus primeras uvas en Francia a los nueve años y el pasado jueves, fiel a su tradición, partió junto a su esposa Matilde Cárdenas de su Montejícar natal en Granada hacia tierras galas.


Antonio y Matilde son padres de un hijo que se ha quedado en el pueblo a recaudo de sus familiares, mientras durante 25 días ellos van a ganarse el jornal en la vendimia. Montejícar, con cerca de 2.500 habitantes, se queda desierto en esta época. Antonio que lleva parado más de seis meses en la obra explica que «tenemos que subir a 1.500 kilómetros de nuestro hogar para ganar 2.000 euros por persona». El granadino es un veterano en «la uva» y reconoce que en tiempos de crisis «son muchos los que vuelven a vendimiar, la necesidad aprieta». La hora de trabajo en la vendimia se paga a 8,10 euros, unos 70 euros diarios: «El problema es que algunos empresarios franceses han comenzado a contratar inmigrantes de otras nacionalidades a los que pagan a tres euros la hora».

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