Santa Pola exige solución a las pateras
El continuo rescate de inmigrantes ya no es una heroicidad para los pescadores sino un problema
Las Provincias,
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24-08-2008
Medidas concretas. Eso es lo que los pescadores de Santa Pola exigen al Ejecutivo contra las pateras en el Mediterráneo. “Esto es un problema del Gobierno y le corresponde resolverlo, no a nosotros que somos unos trabajadores”, afirma José Ruso, armador del Clot de l’Illot, embarcación con base en la localidad alicantina.
La tripulación de este pesquero rescató esta semana a 49 náufragos subsaharianos entre Libia y Malta. Se trata del quinto salvamento de este tipo en los dos últimos años. Siempre han sido protagonistas los barcos alicantinos. Esta vez, la negativa de Malta e Italia a acoger a los inmigrantes ha reabierto el debate.
¿Qué dice el Gobierno? De momento se limita a alabar el trabajo y la humanidad de los marineros. Nada más. Pero los pescadores volverán a los caladeros del Mediterráneo central en busca de quisquilla y temen que de nuevo se encuentren con más inmigrantes a la deriva. “No sé si es un problema de la Unión Europea o del Gobierno español pero nosotros somos españoles y nos debe defender nuestro Gobierno”, afirma Ruso.
José Durá, patrón del pesquero santapolero Francisco y Catalina, recibió hace dos años la medalla al Mérito Civil de la mano de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, por salvar a 51 náufragos. Ahora, el problema se ha vuelto a repetir.
Lo que entonces fue considerado una heroicidad y un gesto de infinita solidaridad, dos años después es un auténtico problema para la flota santapolera. En el triángulo comprendido entre Trípoli, la capital libia, Malta y Sicilia, se encuentra un enorme banco de gamba y quisquilla, caladero que la flota de Santa Pola, como otras muchas del Mediterráneo, utiliza para abastecer las lonjas del litoral alicantino. Desde julio de 2006 al pasado viernes se han rescatado a 128 inmigrantes. Además los náufragos cuentan que otros barcos pasan de largo. Incluso el armador del Clot de l’Illot, José Ruso, explicaba el viernes que los pescadores italianos golpean a los inmigrantes para evitar que suban al barco. ¿Qué hacer pues?
Tanto Italia como Malta se niegan a acoger a los náufragos. Lo de Malta era conocido por su triste rechazo de hace ahora dos años cuando el Francisco y Catalina estuvo ocho días en la bocana del puerto de La Valeta. En Italia, la mano dura contra la inmigración del Gobierno deja a los marineros que se encuentran con los náufragos en un callejón sin salida.
Ruso afirma que “aquí hay que mojarse todos; si los náufragos se recogen cerca de Italia, pues se llevan a Italia. No vale eso de ‘a mí no me los traigáis’”.
Ruso, al igual que el presidente de la Cofradía de Santa Pola, José Ramón García, apela a la ley del mar, que obliga al rescate de los náufragos. Pero en la mañana del viernes, los marineros santapoleros se encontraron con la triste situación de que tenían cerrados los puertos italianos y malteses.
El destino de los inmigrantes si desembarcaban en Libia era el desierto, por lo que los pescaderos estuvieron a punto de convertirse en prisioneros de sus propios náufragos, porque se amotinaron y les amenazaron con quemar el barco.
En otras ocasiones, los inmigrantes consiguen completar el viaje hasta la Península. Desde hace más de un año, la presión en el Estrecho ha propiciado que las mafias busquen nuevas rutas al territorio español.
La llegada de pateras a territorio valenciano ha pasado de ser una remota idea antes de septiembre de 2007 a una posibilidad que se repite con cierta frecuencia. Las investigaciones no han aclarado si estas embarcaciones parten desde África o son lanzadas desde barcos nodriza.
El Gobierno, en un principio, consideró el fenómeno como una anécdota. Luego tomó cartas en el asunto y se comprometió a reforzar la vigilancia. Recientemente el delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, anunció que ya se habían instalado los nuevos radares para controlar la llegada de este tipo de embarcaciones a Valencia y Alicante. El Consell dudó de que estuvieran realmente operativos.
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