Editorial
GOLPE A LA DEMOCRACIA EN MAURITANIA
El Mundo, 07-08-2008El golpe de Estado perpetrado ayer en Mauritania aplasta la transición a la democracia que se vivía en el país africano desde 2006. A primera hora de la mañana, un grupo de militares asaltó los principales edificios estatales de la capital, Nuakchot, llevándose por la fuerza tanto al presidente Abdalahi como al primer ministro. El poder fue asumido por un Consejo de Estado, liderado por el ex jefe de la Guardia Presidencial, quien acababa de ser destituido junto a casi todos los mandos del Ejército.
La purga en la cúpula militar es el detonante que precipitó la asonada. Pero detrás hay otros motivos, que habían conducido al país a su peor crisis de los últimos años, como el aumento desbocado del precio de los alimentos y, sobre todo, el recrudecimiento de los ataques terroristas, dirigidos de manera especial contra intereses turísticos. Son numerosos los grupos islamistas vinculados a Al Qaeda que actúan en el país, y el pasado diciembre lograron que, por primera vez en 30 años, se suspendiera el Rally Dakar. La incapacidad de Abdalahi para hacer frente a la inflación y a esta ola terrorista ha sido el pretexto de los militares para tomar el poder.
Los acontecimientos preocupan de manera especial en España. Nuestras relaciones diplomáticas con Mauritania se han incrementado enormemente, dado que su costa es en la actualidad el principal punto de partida de inmigrantes ilegales que tratan de llegar a nuestro país. Por ello, el martes comenzó en Madrid una ronda de conversaciones entre miembros de la Guardia Civil y de las gendarmerías mauritana y marroquí para buscar soluciones a nuestro agujero negro de la inmigración, desde el que ha partido el último año casi el 90% de las pateras que han arribado a costas españolas. El encuentro prosiguió ayer con normalidad, pese al golpe de Estado – del que los representantes mauritanos se enteraron en la misma reunión – . El objetivo de España es poder patrullar las aguas de Mauritania y desplegar patrullas conjuntas para persuadir y, en su caso, detener a los cayucos, igual que ya se está haciendo en Senegal con notable éxito.
Pese a lo sucedido ayer, parece que no se van a detener los avances logrados en la cooperación bilateral – el Ministerio del Interior aseguró que no hay motivos para lo contrario; no obstante, la vicepresidenta De la Vega fue rotunda en su condena al golpe – . Tampoco se espera un repunte en el éxodo migratorio, dado que el control policial de Mauritania es absoluto. Esto supone, sin duda, un cierto alivio. Sin embargo, es obligación de todos los gobiernos y organismos internacionales ejercer la presión necesaria para que se restablezca la democracia. Permitir que una nueva dictadura se perpetúe minaría las esperanzas de los mauritanos y reforzaría el intolerable mensaje de los sátrapas de Africa de que este continente está predestinado al malditismo de la autocracia.
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