Inmigración
La diversidad cultural
Ricard Zapata y J. Zaragoza R. Z., profesor Teoría Política J. Z., doctorando Ciencia Política (UPF)
La Vanguardia, , 06-08-2008Con motivo del año europeo del Diálogo Intercultural, el Institut de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha el programa Barcelona Diálogo Intercultural (www.bcn.cat/cultura/dialeg), haciendo visible cómo la diversidad es ya una práctica colectiva que nos define como ciudad.
Barcelona se va, así, presentando como un ejemplo de cómo la diversidad no debe sólo entenderse como “de procedencias diferentes”, sino como una práctica individual y colectiva, convirtiéndola en una dimensión más de su práctica ciudadana y su identidad. Estamos en un proceso donde la diversidad está pasando de ser considerada como un criterio político a ser una política definitoria de la ciudad. La diferencia es fundamental.
La diversidad cultural como criterio político significa que las acciones que se llevan a cabo son de tipo reactivo, es decir, que se llevan como consecuencia de un determinado cambio en el contexto existente. Esta reacción se caracteriza por realizar una gestión de búsqueda de resultados inmediatos mediante actuaciones específicas, excepcionales y provisionales en aquellos lugares de la ciudad en los que se manifiesta la diversidad (exposiciones sobre diversidad cultural sólo en aquellos distritos donde hay diversidad). El argumento: “Nosotros como distrito no hacemos nada porque no hay diversidad” es la expresión de la consideración de la diversidad como criterio. Como si la diversidad sólo tuviera que activarse políticamente en contextos de diversidad. Quizás sea lo contrario, en contextos monoculturales de la ciudad, donde se hace más necesaria una política de diversidad.
Para que se produzca una acomodación de la diversidad es necesario que la diversidad misma se convierta en una política y deje de ser criterio. Entendida como política, la diversidad se convierte en cultura política, en una forma de comportarse, una mentalidad. La diversidad se convierte en un bien colectivo que debe garantizarse, generalizarse de forma permanente, y asegurar su accesibilidad a todos los sectores de la ciudad. Esta política supone una gestión a largo plazo que modelará el contexto hasta conseguir crear un nuevo espacio de cohesión donde la diversidad cultural ya no se entenderá como obstáculo, sino como elemento definitorio de la cohesión.
Por lo tanto, el programa Barcelona Diálogo Intercultural, tiene un elemento socializador y de fomento de una cultura política de la diversidad que hay que celebrar. Es un primer paso, necesario pero no suficiente para considerar la diversidad como política. Este programa no puede sólo ser la expresión de un momento, sino que debe convertirse en la oportunidad de reorientar la oferta cultural de la ciudad y que la agenda cultural de Barcelona se convierta en agenda de la diversidad cultural. Únicamente teniendo la diversidad como política conseguiremos la acomodación de las diferentes expresiones culturales. Sólo así se conseguirá cohesión en Barcelona y que cualquier persona, de cualquier procedencia, de cualquier cultura, sienta que el Ayuntamiento le da la oportunidad de expresarse culturalmente al programar su política cultural. Barcelona está siendo mirada desde el exterior como una práctica ejemplar de gestión de la diversidad, pero sólo como una tendencia. Es ahora el momento de consolidar esa tendencia e incorporar la diversidad cultural formando parte de la estructura de oportunidades de la misma ciudad.
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