España ha sido a lo largo de los últimos años uno de los grandes receptores de inmigrantes del Este Europeo. La ampliación de la UE a esa zona geográfica y el fuerte desarrollo que ha vivido el país durante más de una década lo han convertido en un polo de atracción para trabajadores extranjeros en busca de mejores oportunidades. De esta forma, su participación en el mercado laboral español se ha disparado en los últimos años hasta sumar 378.000 afiliados a la Seguridad Social, según los últimos datos facilitados por el Ministerio de Trabajo e Inmigración. Una cifra que en el caso vasco es proporcionalmente más reducida, con 6.700 personas.

La magnitud de este colectivo no refleja, sin embargo, toda la realidad, dado que en la economía sumergida o en el paro hay con toda seguridad otras decenas de miles de trabajadores de la misma procedencia esperando una oportunidad.

España parece haberse especializado en la recepción de ciudadanos rumanos, que, con 257.000 personas, suman dos terceras partes de los inmigrantes procedentes de los países ex comunistas, casi todos del Este europeo (Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa y Rumanía). En el caso de la comunidad autónoma, esta circunstancia es todavía más acusada, ya que los 5.500 inmigrantes rumanos cotizantes al sistema representan más del 80% de los trabajadores procedentes de ese área geográfica.

El Ministerio de Trabajo no ofrece datos sobre la ubicación en los sectores productivos de los extranjeros por país de procedencia, pero informaciones oficiosas apuntan a que ocupan, en general, puestos en la construcción y en el sector servicios, aunque con la particularidad de que a medida que se asientan ‘escalan’ posiciones hacia otras ocupaciones menos penosas, gracias a su preparación. De hecho, están trabajando ya de forma habitual en la industria, ante la escasez de mano de obra en algunas especialidades.

Los inmigrantes de los países del Este representan en España el 18% del total y algo más de la mitad de los procedentes de la Unión Europea. En el País Vasco, en cambio, constituyen sólo el 12% del colectivo global, mientras que suman algo más de una tercera parte de los comunitarios.