Europa del Este pierde mano de obra

La emigración masiva hacia la países de la UE, principal causa del déficit laboral

Las Provincias, PACO SOTO, 28-07-2008

La marcha de varios millones de polacos, rumanos, búlgaros y de otros países ex socialistas de la Europa del Este hacia las principales potencias económicas de la Unión Europea (UE), está provocando graves problemas de falta de mano de obra en su destinos de origen. El flujo migratorio, especialmente intenso en las dos últimas décadas, en busca de mejores sueldos y una vida más digna, se produce hacia Reino Unido, Irlanda, España, Alemania e Italia.

Según la Organización Mundial para las Migraciones (OIM), el fenómeno ha sido muy intenso en los últimos 10 años. Este organismo calcula que unas 850.000 personas han emigrado cada año del Este al Oeste de Europa por razones económicas. También por motivos políticos, en el caso de la antigua Yugoslavia.

Fontaneros, soldadores, metalúrgicos, obreros de la construcción, peones agrícolas, camareros, pero también médicos, profesores, técnicos y universitarios han abandonado sus países y trabajan en la actualidad en diversos lugares de la UE.

La emigración masiva genera divisas, el descenso del paro y la subida de los salarios en muchos países del Este, y ha frenado el envejecimiento de la población en España, Reino Unido o Alemania.

La otra cara de la moneda es que los inmigrantes han dejado semidesiertos pueblos y comarcas de sus países de origen, centenares de miles de familias partidas y muchos puestos de trabajo sin cubrir en la industria, el campo y la construcción.

Dos millones de polacos han abandonado su país desde 1989, y aunque empiezan a volver algunos que vivían en Reino Unido, la falta de mano de obra es un grave problema. También han abandonado Rumanía dos millones de trabajadores, prácticamente el 20% de su fuerza laboral. La situación es tan grave, sobre todo en la construcción, que el Gobierno rumano organiza ahora reuniones con emigrantes rumanos en España para convencerlos de que regresen a su país. La situación también empieza a ser preocupante en Bulgaria, y en Letonia, 50.000 de sus 2,3 millones de habitantes han abandonado el país con destino a Reino Unido e Irlanda.


El paradigma polaco

El caso de Polonia es paradigmático. Este país ha sido tradicionalmente una nación de emigrantes, pero la situación está cambiando. Los factores del cambio son el intenso crecimiento económico que vive Polonia desde hace unos años. Este crecimiento genera prosperidad en un amplio sector de la población, pero también desigualdades. La falta de mano de obra en ciertas áreas productivas debido a la emigración contribuye al aumento de los salarios, que crecen una media del 11% anual. Por todo ello, miles de ucranianos y ciudadanos de otros territorios de la antigua URSS, pero también de Bangladesh, Pakistán, China y de países árabes han venido a Polonia a ocupar los puestos de trabajo que no pueden ser cubiertos por polacos en la construcción, el campo, el comercio, la hostelería y el servicio doméstico.

Según la CE, más de 600.000 inmigrantes extracomunitarios viven en Polonia, que se ha convertido en el gendarme oriental de la Europa de Schengen, ya que debe vigilar la frontera de más de 1.100 kilómetros con sus vecinos del Este para evitar el paso de inmigrantes clandestinos procedentes de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de Asia.


Importar inmigrantes

En el caso de Rumanía, desde hace dos años importa mano de obra china para hacer frente a la falta de trabajadores locales en sectores como el textil y la construcción. Las remesas de la emigración en Rumanía, donde trabajan más de 30.000 extracomunitarios, representan un ingreso de unos 3.000 millones de euros anuales, aproximadamente el 4% del PIB. "Tiene efectos positivos para el país, porque contribuye a un cambio de mentalidad, aporta divisas y refuerza nuestra moneda. Pero también ha provocado un déficit de mano de obra y un bajón demográfico», explicó el sociólogo Mircea Kivu.

El ex ministro rumano Daniel Daianu admite que la emigración masiva provoca una importante subida salarial en el país, pero alerta sobre el «impacto negativo» que este proceso puede tener para las pequeñas y medianas empresas.

Bulgaria, que acaba de ser sancionada por la UE por la utilización fraudulenta de fondos comunitarios, es el país más pobre del club europeo, y registra, sin embargo, una alta tasa de crecimiento, el paro se ha reducido y más de 20.000 trabajadores de países con menor nivel de renta residen en su territorio. Las autoridades consideran que si el crecimiento no se detiene y las inversiones extranjeras siguen viniendo, dentro de poco tiempo se verán obligadas a contratar inmigrantes no comunitarios para ocupar los puestos abandonados por los autóctonos.

La República Checa es el país más rico de la antigua Europa socialista, y ha articulado mecanismos para contratar a trabajadores de países como Croacia o Kazajstán. Algo más de 167.000 inmigrantes trabajan en Chequia, según datos de la CE, frente a 10.300 en la vecina Eslovaquia. En Hungría, este contingente supera las 60.000 ; en Eslovenia, son 42.000 y en las repúblicas bálticas de Letonia, Estonia y Lituania, 482.000, 245.000 y 30.800, respectivamente.

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