¿Es posible un debate sin prejuicios?

El Periodico, ÀLEX Masllorens, 21-07-2008

Asisto como espectador a un debate parlamentario en Nicaragua. La Asamblea Nacional discute una propuesta de ley para regular el trabajo infantil. Entre otros aspectos, la nueva norma establece las condiciones en las que niñas mayores de 14 años podrán ser contratadas como asistentas del hogar y fija un máximo de horas diarias de trabajo, un salario mínimo y la cantidad máxima deducible del salario en concepto de “cama y comida”.
Aquí, esta discusión puede parecernos indecente, pero en muchos países las calles están llenas de niños que se ganan el sustento. El debate en la cámara nicaragüense fue acalorado y acabó enfrentando a los partidarios de abolir por ley el trabajo infantil con los defensores de la regulación como mal menor. Un diputado acusó a los abolicionistas de negar la realidad, en un país sumido en la pobreza, donde una parte cada vez mayor de la población no puede comprar los productos básicos imprescindibles. “No confundamos deseo y realidad – – proclamó – – , y no disimulemos la injusticia con leyes inaplicables. Ya que no podemos acabar con el trabajo infantil, luchemos al menos contra la explotación”.
Mientras, leo que en Catalunya es – tá habiendo otro interesante debate sobre si es o no necesaria la creación de espacios específicos para acoger temporalmente a menores inmigrantes recién llegados que ni conocen nuestra lengua ni están adaptados a nuestro sistema escolar. Respeto todas las posiciones, pero me molestan los apriorismos y la prevalencia de lo políticamente correcto. Creo que es valiente y útil la propuesta de Educació y que deberíamos discutirla sin prejuicios. La realidad es cambiante y, sobre todo, diversa. No es lo mismo integrar a un alumno que llegue a medio curso a un aula con pocos extranjeros y ningún escolar conflictivo, que hacerlo en un entorno en el que un solo maestro haya de lidiar con más problemas de los que razonablemente permite asumir una buena calidad de enseñanza. Y no es lo mismo plantear una escolarización separada que un periodo de adaptación en mejores condiciones para el recién llegado y para el propio grupo que después va a integrarle. ¿Será posible debatir eso sin prejuicios?

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