«Defiendo dar el voto a los inmigrantes tal y como lo regula la Constitución»

Dice verse reflejado en Basagoiti y advierte de que el partido no le puede pedir resultados «al cuarto de hora» de ser elegido

El Correo, 13-07-2008

Fue uno de los protagonistas del congreso de ayer, después de haberse visto reforzado como uno de los hombres de confianza de Rajoy. Alberto Ruiz Gallardón analiza los paralelismos entre la situación que le tocó vivir a él, claramente enfrentado a Esperanza Aguirre en Madrid, y el momento en el que Antonio Basagoiti se hace con las riendas del partido en Euskadi.

- El PP ha puesto el énfasis en los últimos meses en los problemas de los ciudadanos, frente a la política con mayúsculas. Usted lleva años demandando que el partido bajara a la calle. ¿Ve a Basagoiti en esta línea?

- La razón de esa afinidad entre Antonio y yo es nuestro origen común municipal. Cuando te has iniciado en política estando cerca de los problemas de los ciudadanos, se espera de ti no sólo discursos, sino acciones. La gente no se conforma sólo con conceptos, nos pide una transformación real de la sociedad. En política se está para defender los intereses de los ciudadanos. Eso no significa alejarse de los principios y las ideas, pero sí que no se queden ahí, como si fuésemos un círculo de opinión. Que se conviertan en la base para hacer programas de gobierno y mejorar la sociedad. Eso es lo que nos convierte a los dos en personas cercanas a la realidad.

- ¿Cuáles serían esos ejes, esas prioridades para un político ‘de calle’?

- Cuando se aprobó la España constitucional y se crearon las comunidades autónomas, muchos pensaron que la descentralización del poder político iba a significar una debacle económica para Madrid. Transcurridos 30 años, paradójicamente, la capital ha sido la que más ha prosperado. Hemos aprovechado todos los recursos que nos daba el sistema para hacer grandes infraesructuras. Hemos utilizado el discurso político para buscar el bienestar de los ciudadanos. Eso es un buen ejemplo de cómo en política no basta con establecer conceptos abstractos, ideas. Tienes que ser capaz de impulsar acciones de las que se aproveche la sociedad. Eso es lo que he intentado en la comunidad autónoma y en Madrid.

- ¿Cómo se evita el riesgo de caer en el populismo?

- En primer lugar lo tienes que evitar en tus propios equipos. Una de las claves es rodearte de gente mejor que tú y, además, muy crítica. Si acabas rodeado de gente cuyo único interés es tu mantenimiento porque así ellos siguen en su puesto, caerán en la adulación y tú perderás la perspectiva. Ese es el primer paso para el populismo: caer en el aplauso fácil, despreciar la crítica.

- ¿Hace falta algo más?

- En una democracia parlamentaria, el papel de la oposición es determinante. He estado muchos años en ella y en el gobierno. Y cuando estás en el poder, hay que facilitar a la oposición los instrumentos necesarios para que puedan ejercer su función de control. Y ampliar el consenso. Evitar que se identifique la acción de gobierno sólo con quien está gobernando. Eso oxigena la política.

- Decía el otro día Rajoy que la gente está preocupada con la crisis, la hipotecas y las dificultades para llegar a fin de mes, pero que al ciudadano no le importa si los inmigrantes pueden votar o no, como propugna el PSOE. Pero, en la calle, a los ciudadanos sí les interesan las dos cuestiones. ¿A usted?

- Sin duda. Rajoy quería decir que, respecto de la inmigración, lo primero es que quienes están legalmente en España tengan su puesto de trabajo. Los inmigrantes buscan generar aquí esos recursos que en sus países de origen no pueden conseguir. Yo soy partidario de darles el voto de acuerdo al principio de reciprocidad que está en la Constitución. Sé que los inmigrantes nos demandan derechos políticos, pero sobre todo que les garanticemos su situación económica.

- ¿Percibe una corriente de fondo real en su partido de interés por los problemas de corte social más que por los principios y valores? ¿Un intento de hacer política de otra manera?

- Es evidente. Pero sin descartar ninguno de los principios y valores. Somos un partido de gobierno, aunque estemos en la oposición. Ésa es nuestra vocación. Gobernamos en muchas comunidades autónomas, provincias y municipios. Hay que resolver los problemas de los ciudadanos. No bastan los discursos teóricos. No hay que ceder para intentar caer simpático, pero qué importante es caer bien. O mejor dicho, hay que sintonizar. Y para sintonizar hay que saber escuchar. El problema de España es que los políticos hemos aprendido a hablar, pero todavía tenemos que aprender a escuchar.

El papel de las mujeres

- ¿Es real la apuesta por el acceso de la mujer a los puestos de responsabilidad de su partido o funciona más como operación de marketing?

- Responde a la realidad del partido y, a su vez, responde a la realidad de la sociedad. Un partido no puede distanciarse de la sociedad y esta sociedad, afortunadamente, está dándole a la mujer el papel que tiene que tener. Absolutamente en todo, en derechos, en posibilidades reales… Hace muchos años que tiene los mismos derechos, pero todavía no tiene las mismas posibilidades reales de ocupar esos puestos de responsabilidad en la política, la empresa, la universidad, las instituciones… Los partidos debemos corregir esa desigualdad.

- Usted, que ha sufrido en sus propias carnes la lucha interna, ¿qué recomienda a Basagoiti, obligado a buscar equilibrios?

- Que sea él mismo, que sea independiente. Le conozco desde hace muchos años, sé muy bien cuáles son sus cualidades e ideas. Y Antonio, manteniendo su independencia de criterio, triunfará. Los frutos siempre se cosechan más tarde. Siempre. Eso hay que saberlo. Lo digo por mi propia experiencia. La confianza que le damos a Antonio le tiene que llevar a recoger esos frutos. Conmigo lo hizo el partido. Evidentemente no me pidió resultados al cuarto de hora de haber confiado en mí.

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