Desde Dentro Ricardo Peytavi
La importancia relativa de los muertos
El Día, 13-07-2008Los muertos son noticia en función del lugar donde
fallecen. Tres o cuatro víctimas fatales en un accidente de tráfico ocurrido en
cualquier carretera española consumen, de forma inexorable, más superficie
impresa en los periódicos y más minutos en la radio y la televisión que 30 ó 40
muertos a causa de un camión que se despeña en Bolivia. Y si el accidente ocurre
en Zambia o por ahí, el guarismo de los que han abandonado este valle de
lágrimas ha de tener como mínimo tres dígitos para que lo consideremos noticia.
Una aritmética macabra pero real.
He asistido atónito al despliegue informativo de la
prensa española a cuenta de los catorce muertos, algunos de ellos niños, que
perdieron la vida cuando una patera intentaba alcanzar las costas peninsulares.
Un cayuco en La Gomera, con cuatro ocupantes muertos y varios más en pésimas
condiciones físicas, hasta el punto de que uno de ellos falleció en el hospital
pocas horas después, tiene menos importancia para los redactores jefes y los
directores de informativos peninsulares de este país penoso, por no decir otra
cosa. Y esta no es una opinión subjetiva de quien escribe estas líneas. Que cada
cual se tome la molestia de medir la incidencia mediática de ambos sucesos, en
esencia igual de trágicos, y saque luego sus conclusiones.
Nada más lejos de mi intención realizar un análisis sobre
la situación actual de los medios de comunicación. Para eso hay expertos. Parece
que ahora también lo hacen señoras sin más mérito que haber tenido una cara
bonita, en su día, y haberse casado bien. Hay que joderse. Tan sólo pretendo
esbozar unas ideas acerca de lo que hoy suscita el interés de la respetable
audiencia de este país no penoso, sino directamente grotesco. Al final todo se
reduce a que sólo nos interesa lo que ocurre delante de nuestras narices,
siempre que nos afecte. Si el rayo caído del cielo carboniza al vecino pero no
le roza un pelo a nuestra mascota, tampoco nos importa.
Para muestra, un botón. Ayer mismo estuve viendo durante
un rato un reportaje sobre los Sanfermines. Perdí la cuenta del número de veces
que oí la expresión “las mejores fiestas del mundo”. Claro que eso también lo
oigo en las calles de Tenerife cuando llega el Carnaval. El conocimiento
personal de ambos jolgorios me permite afirmar que existe un aspecto en el que
coinciden al cien por cien los Sanfermines pamploneses y los Carnavales
tinerfeños: en el hedor a meado y a toneladas de basura que hay en las calles
cuando amanece. Ese récord es difícil superarlo en cualquier lugar del mundo.
Aunque eso es lo de menos. Lo más repulsivo del reportaje en cuestión era el
aire de superioridad exhibido por los entrevistados. Esto es Navarra, esto es
Pamplona; esa era la idea subyacente en todas las respuestas. Esto, señores, es
nazismo. Incipiente, pero nazismo. Porque de la excelencia del yo y lo míos, con
todas nuestras intocables tradiciones, a la proclamación de la raza aria median
algunos pasos, ciertamente, pero no son pasos muy largos. En cualquier caso, yo
y lo que me rodea. Lo demás no existe porque carece de importancia, y si fuese
relevante tampoco existiría porque a mí no me afecta. La queja de Machado sobre
la Castilla de sus amores, que desprecia cuanto ignora. Por eso un inmigrante
muerto en La Gomera es menos noticia que en Almería.
rpeyt@yahoo.es
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