«Los encontramos a merced del mar y del viento; con una racha algo fuerte no habría supervivientes»
La Voz de Galicia, 11-07-2008Un único atisbo de suerte en siete días de infortunio. Fue el Telefónica Negr, el velero que primero se apercibió de la frágil embarcación que navegaba a la deriva a 30 millas de la costa almeriense. La tripulación se sorprendió al ver cómo un grupo de inmigrantes gritaban desesperados en su dirección. De inmediato pusieron rumbo a la lancha y llamaron al director del Equipo Telefónica para recibir instrucciones. El gallego Pedro Campos recibió esa llamada en Madrid, desde donde ayer ofreció a La Voz los pormenores de lo sucedido. «Fue una suerte increíble. Los encontramos a merced del mar y del viento; con una racha algo fuerte no habría supervivientes», afirmó.
El mensaje de sus compañeros desde el mar fue claro: «Había gente muy desesperada en el bote y estaban en un estado deplorable. Les dije que llamaran a la Guardia Civil y que esperaran instrucciones. Les ordenaron permanecer al lado de la patera y no hacer nada si no había riesgo de hundimiento». Como el mar estaba tranquilo, el Telefónica Negro y el otro velero que lo acompaña en los entrenamientos – con un total de 20 tripulantes entre ambos, tres de ellos gallegos – pasaron dos horas haciendo labores de escolta.
«Las lanchas de la Guardia Civil llegaron en menos de dos horas para hacerse cargo del rescate. Es tremendo, pero esa era la distancia a la que la patera estaba de la costa y sin embargo, es probable que no hubiera llegado nunca sin motor y con el viento que la llevaba de un lado a otro», reflexiona Campos.
Al director deportivo le llamó la atención un hecho: «La gente de los veleros me contó que antes de ellos varios cargueros habían pasado cerca de la zódiac y que ninguno había hecho caso a la gente que viajaba en ella, aunque era evidente que los habían visto». Los problemas burocráticos que invariablemente siguen a un rescate en alta mar parecen haber disuadido a muchos patrones de prestar ayuda a los inmigrantes a la deriva.
Un bote sin patrón
Entre los factores que influyeron en el fatal desenlace hay que destacar un dato. La ausencia de un patrón a bordo permite suponer que la lancha fue comprada por los viajeros en el puerto marroquí. Lo más frecuente es que los inmigrantes se limiten a pagar una plaza en una de las embarcaciones fletadas por las mafias dedicadas al tráfico de personas, pero tampoco es extraño que un grupo de subsaharianos reúnan el dinero necesario para adquirir un bote, después de trabajar casi como esclavos en los puertos de Marruecos o Mauritania.
Si el número de candidatos a la travesía en patera es elevado, la opción de comprar la barca es la más económica – los pasajes en embarcaciones mafiosas llegan a costar mil euros – , pero también la que entraña mayores riesgos. Los traficantes de personas suelen colocar a un hombre de confianza, normalmente un árabe, como patrón. Este tiene nociones básicas de navegación y mecánica que le permiten reparar un motor, y también tiene un sistema de alerta por si algo falla.
En la patera llegada el miércoles – el lunes había aparecido otra en Motril con catorce muertos – , los tripulantes no pudieron evitar quedar a la deriva ni avisar a nadie que los salvara de un trágico final.
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