Sueños ahogados ante Granada
El temporal se traga a 14 inmigrantes que intentaban alcanzar la costa en patera
Las Provincias,
,
08-07-2008
El teléfono móvil sonó, como tantas madrugadas, para avisar de que llegaba una patera. Luisa Ferriz, coordinadora en funciones del Equipo de Rescate de Cruz Roja en Motril (Granada), alertó a los voluntarios, se puso el uniforme y se fue al puerto.
Le habían comunicado que 23 personas llegarían sobre las 05.30 horas de la madrugada. Era una operación habitual, una mañana más de asistencia a inmigrantes que sueñan con el paraíso o, al menos, con escapar del infierno. Pero cuando ella y sus compañeros vieron que la embarcación de Salvamento Marítimo no remolcaba ninguna patera, se dieron cuenta de que no había sido un rescate normal. Presumían una tragedia.
“Nos avisaron de que venían con hipotermia, veinte hombres y tres mujeres. Llegaron, en efecto, muy mojados, con mucho frío, muy cansados…”. Luisa relata lo sucedido ya de día, en el edificio de la Cruz Roja en las instalaciones del puerto, donde los voluntarios están preparando los bocadillos para que los 23 rescatados almuercen en el centro de detención del Cuerpo Nacional de Policía.
Pero además de desembarcar con frío y asustados, los inmigrantes estaban desconsolados. Las olas se habían tragado literalmente a catorce de sus compañeros cuando ya estaban a punto de ser rescatados por Salvamento Marítimo.
Sin sus seres queridos
“Un hombre no paraba de llorar, nos explicó que había perdido a su hija de sólo tres años, a su mujer, y a un hermano”. Sin sus seres más queridos haber alcanzado al fin la tierra con la que soñó es ahora una pesadilla. Un voluntario le trata las heridas que se produjo cuando trataba de mantener a flote a su querida pequeña, pero el llanto de una vida destrozada para siempre no tiene cura.
Hamza, uno de los voluntarios que trató de consolar a los inmigrantes, explicaba impresionado que había sido uno de los días más difíciles.
“Estaban terriblemente afectados; apenas podían hablar”. Otro voluntario de más edad que está junto a Hamza, apunta que ha sido una noche complicada. “Normalmente vienen cansados, pero lo de esta madrugada ha sido muy duro. Es muy difícil entablar una conversación con cualquiera que ha vivido una tragedia como la que sufrieron estas personas. Estuvimos con un hombre que ha perdido a su hijo y estaba, como es lógico, destrozado. Los ojos se le llenaban de lágrimas y hemos acabado llorando también todos los voluntarios”.
Casi todos han perdido a algún familiar o amigo. O simplemente a alguien conocido esa misma noche, compañero de infortunio y de esperanza en medio de un mar embravecido. Cuando el barco de Salvamento Marítimo llegó hasta la patera, olas de cuatro y cinco metros de altura batían con dureza la pequeña embarcación neumática, que había perdido ya el impulso de su motor. En ese momento, una enorme ola la volcó. La tripulación del remolcador Hamal, lanzó los salvavidas al agua en un desesperado intento de mantener a flote a los inmigrantes que braceaban alrededor de la patera. La mayoría no sabía nadar y las condiciones del mar condenaban a los más débiles, como la mujer y la niña de 3 años a la que su padre no pudo sujetar.
Catorce pasajeros se ahogaron cuando ya tocaban con la punta de los dedos el paraíso que alguien les pintó en su país. Los servicios de emergencia dan pocas esperanzas de hallarlos todavía con vida.
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