Europa y la línea roja de la vulneración de derechos

Gara, 01-07-2008

La barbarie ha vuelto a irrumpir en Europa. La historia reciente ha dibujado las rutas de la solidaridad trazadas, en tierras de acogida y asilo, con quienes se vieron forzados y obligadas a emigrar por penuria económica, intolerancia o persecución

En memoria del hombre de origen tunecino muerto, el pasado 21 de junio en el CRA de Vincennes, a consecuencia de las políticas de criminalización de la inmigración.

A partir de ahora, el artículo primero y decimotercero de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, deberían recitarse de la siguiente manera: «Todos los seres humanos, salvo las y los inmigrantes sin papeles, nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros, con la excepción de las y los sin papeles. Esta diferente consideración no es necesariamente discriminatoria, ya que está fundada en una motivación juzgada legítima… Toda persona, tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Este derecho no será de aplicación en el caso de las y los inmigrantes sin papeles».

Es como si dijéramos que existen motivos para emigrar, pero… ¡Un motivo no es una excusa!

Habría que preguntar a quienes invocan los derechos humanos, habiendo votado a favor de la Directiva, si consideran que son aplicables a todas las personas, en todo momento y en cualquier circunstancia y lugar, o si se pueden hacer reservas en nombre de un espacio de seguridad.

La Europa fortaleza es una obra de ingeniería capitalista, caracterizada por confinar en las periferias a un proletariado desechable y prescindible, desde criterios exclusivamente utilitaristas y xenófobos. Sus artífices han privilegiado la libre circulación de capitales, bienes y mercancías. También de los ricos y poderosos, sin importar si éstos son criminales de guerra o empresarios corruptos y mafiosos. Sobre esas bases, el capitalismo renueva la política, o mejor, sustituye ésta por la Policía.

La barbarie ha vuelto a irrumpir en Europa. La historia reciente ha dibujado las rutas de la solidaridad trazadas, en tierras de acogida y asilo, con quienes se vieron forzados y obligadas a emigrar por penuria económica, intolerancia o persecución.

Existen otras formas de ser y estar en Europa. Expresiones como «readmisión», «retorno forzado», «repatriación», «expulsión» o «confinamiento», forman parte de una retórica liberal y capitalista eurocéntrica. Los Centros de Retención Administrativa – y sus variantes – son infraestructuras para aniquilar la vida y la dignidad humana.

Otra Europa es posible, y viable. Una Europa sin servilismos ni explotación; sin test de ADN ni centros de retención. La Directiva de la vergüenza es éticamente indefendible.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)