MUNDO

Sarkozy toma las riendas de la Unión Europea en plena crisis

Francia asume el martes la presidencia semestral de la UE con una ambiciosa agenda mediatizada por el 'no' irlandés al Tratado de Lisboa

La Verdad, 29-06-2008

El próximo martes, 1 de julio, Francia estrena presidencia de la Unión Europea. Se trata de un momento difícil para Nicolas Sarkozy, una prueba de fuego para sus capacidades políticas, ampliamente cuestionadas por un sector de la opinión, que ve en él poco más que un encantador de serpientes inteligente y audaz, pero con poco poso. Tanto el Elíseo, la residencia del presidente de la República, como el Quai d’Orsay, la del primer ministro, llevan meses preparando la ocasión. Para Sarkozy, el momento es propicio para poner nuevamente a Francia a la cabeza de la construcción comunitaria, reconduciendo derivas a su juicio excesivamente liberales en materias como la energía o la lucha contra el cambio climático.

Pero, y por encima de todo, el segundo semestre de 2008 fue el momento escogido por los dirigentes franceses para consolidar un cambio de 180 grados en el modo de entender las alianzas exteriores de Francia en materia de defensa. El retorno prometido de la maquinaria militar francesa a la estructura militar integrada de la OTAN, de la que está ausente desde los años 60 y el relanzamiento de la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD), constituyen dos retos de primer orden para la política exterior gala, que han podido ser enunciados gracias a un giro radical en la actitud del Elíseo hacia Estados Unidos: hostil con Mitterrand y Chirac, amigable y colaborador con Sarkozy.

La agenda se completaba, hasta hace un par de semanas, con el difícil expediente de la política de inmigración, el relanzamiento de la política euromediterránea, la liberalización de los servicios de interés general o el establecimiento de una fuerza de protección civil. Se trata, en conjunto, de un paquete sumamente ambicioso, que requería de un saber hacer y de un sentido de la oportunidad política ciertamente finos.

El resultado del referéndum irlandés ha trastocado todos estos planes. De golpe, la prioridad absoluta de la presidencia francesa de la UE consiste en gestionar el ‘no’ de la isla al Tratado de Lisboa, en reconducir una situación que amenaza con paralizar de nuevo a la Europa comunitaria, a poco que la situación degrade a la condición de castillo de naipes los esfuerzos de toda una década para la reforma institucional de la Unión. La ratificación del Tratado por Reino Unido ha frenado las perspectivas de sublevación alimentadas en los sectores euroescépticos de otros socios comunitarios, como la República Checa o Polonia, pero este género de situaciones requieren el despliegue de un enorme esfuerzo diplomático.

Horizontes despejados

París concentra ahora sus esfuerzos en definir un horizonte despejado para el Tratado de Lisboa en la cumbre de otoño de la UE, cuando Dublín deberá estar en condiciones de ofrecer salidas a la situación creada. No es tarea fácil porque la solución no depende sólo de Irlanda, y existe una cierta tendencia en parte de la Europa comunitaria a dejar de lado a ese país díscolo, lo que nos situaría en un escenario inédito y potencialmente catastrófico.

Energía y medio ambiente

París, en estas circunstancias, ha reconducido sus objetivos para la presidencia. A la cuestión irlandesa, le sigue el turno, en el orden de prioridades, la definición de una política energética y medioambiental común para finales de año. El objetivo requiere un acuerdo – muy problemático – sobre el reparto de los esfuerzos en el posKioto (de 2012 en adelante), decisiones sobre la actitud a seguir con los fabricantes de automóviles que no respeten los objetivos de emisiones previstos (con los que el sector no está de acuerdo), y sobre la separación (patrimonial o de gestión) de las redes de generación y distribución de los grandes operadores en materia energética.

La política mediterránea de la Unión Europea tiene también un lugar destacado en la agenda de Sarkozy. El líder galo la necesita para enmarcar una alternativa a una posible evolución negativa de las negociaciones de adhesión de Turquía. Su momento fuerte tendrá lugar en julio, el 13, cuando se celebre en París la Conferencia Euromediterránea.

En octubre, el Elíseo pretende sacar adelante su famoso «pacto para la inmigración», en el que trabaja conjuntamente con España. Las líneas maestras de la iniciativa serán conocidas también en julio, durante la reunión informal de ministros de Justicia e Interior que tendrá lugar en Cannes los próximos 7 y 8. Y por si las cosas no fueran ya suficientemente complicadas, Sarkozy se ha propuesto conseguir que la UE dé una respuesta a la crisis del petróleo que satisfaga a los ciudadanos. Menos impuestos sobre los carburantes, un objetivo con el que gran parte de los socios comunitarios, entre los que España se cuenta, no están en absoluto de acuerdo.

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