Roberto Maroni, ministro del Interior del Gobierno conservador de Silvio Berlusconi, ha anunciado en el Parlamento que se tomarán las huellas digitales de todos los gitanos que viven en Italia, niños incluidos. “No será un fichaje étnico, sino una ulterior tutela de sus derechos, ya que de esta manera podremos garantizar a quien tenga derecho a quedarse a poder vivir en condiciones decentes”, explicó.
La medida anunciada ha provocado una polvareda de protestas. Amos Luzzato, expresidente de las comunidades judías, consideró que la norma será declarada anticonstitucional. Cuando el anterior Ejecutivo de Berlusconi (2001 – 2006) quiso fichar a todos los inmigrantes, Luzzato se presentó en la sede del Gobierno para ofrecer que también se tomaran las huellas, dijo, “a nosotros, los judíos”. “Me pondré en la cola para que me tomen las huellas”, ha anunciado Paolo Ferrero, ministro de la Solidaridad en el anterior Gabinete de Romano Prodi. “Es un fichaje étnico”, ha acusado Rosi Bindy del partido Democrático. “El verdadero censo sería obligar a los padres a llevar a los niños gitanos a la escuela”, ha sugerido Marco Minniti, ministro de Interior del Gobierno progresista en la sombra.
Maroni también se ha mostrado intransigente respecto a la regularización de las asistentas domiciliarias de ancianos, una labor que emplea a entre 700.000 y 800.000 personas, la mayoría sin papeles. La cifra de este trabajo fue establecida en 10.000 millones anuales, según el centro de estudios Censis.