Recipientes para desechos
El Universo, , 25-06-2008La nueva ley de inmigración europea muestra fielmente por donde navega el mundo globalizado. Utiliza lo que considera útil, el tiempo que lo considera útil y luego lo desecha, en reciclable o en estorbo, en recipientes para plásticos, desechos orgánicos, sólidos y ahora en humanos, dentro de los cuales están los niños. Los lugares para los desechos humanos son los centros de internamiento europeo, lo más parecido a una cárcel donde están confinados en una habitación con casi nulas actividades al aire libre, todos aquellos considerados migrantes ilegales. (¿No será ilegal el sistema que origina desplazamientos masivos en busca de mejores condiciones de vida?). Los migrantes han sido expulsados por países que no le han podido dar trabajo para poder mantener a sus familias. Se desplazan por motivos sobre todo económicos, pero también políticos, como es el caso en América Latina, de Colombia.
Nuestro mundo, que es como un grano minúsculo de arena en la inmensidad del cosmos, dentro del cual nos hemos desarrollado como seres inteligentes, muestra nuestra incapacidad de comportarnos como seres humanos solidarios, hermanos, habitantes de la madre tierra, nuestra casa común, pequeña y azul. Los países que han expulsado a sus ciudadanos menos están preparados para recibirlos de vuelta.
Cuándo regresen, ¿en qué trabajarán? ¿Qué acogida se les brindará? ¿Aquí también continuarán siendo un estorbo?
La realidad de familias transnacionales, donde puede darse el hecho de que padres migrantes ilegales tengan hijos nacidos en el país al que llegaron, que se quedan allí, mientras ellos son regresados con todas las humillaciones que esto supone, al país en que nacieron, ¿qué nuevos tipos de sufrimiento colectivo generarán?
Los migrantes han conocido otras realidades. Han vivido en países llamados desarrollados, donde la educación y el servicio social están asumidos por el Estado y realmente funcionan, donde los salarios permiten una vida digna, donde las vacaciones son una realidad y la jubilación también, donde ciertos valores como la puntualidad y el respeto a las leyes son vividos por la población en su conjunto, ¿qué nuevo choque cultural deberán sufrir? Si a pesar de los sufrimientos que han pasado y del plan retorno que impulsa el Gobierno nacional, muy pocos ecuatorianos quieren regresar, ¿qué realidad les espera con un regreso forzado y humillante? ¿Qué comentarios harán sus amigos y sus familiares? ¿Cómo asimilar una derrota así?
La crisis bancaria originó éxodos masivos, enfermedades, rompimientos matrimoniales, suicidios, ¿qué pasará con retornos no queridos? ¿Qué pasará con los que ahora son legales pero que no podrán acogerse a la ley de reagrupamiento familiar y no podrán llevar a sus familias al país donde viven? ¿Quedarán por siempre separados? ¿Separados de rostros, afectos, compañía aunque envíen dinero? Solos allá y solos acá.
En medio de los constantes vaivenes y sorpresas del quehacer político nacional, otras parecen ser las prioridades. Sin embargo si no se han producido estallidos sociales en gran parte se debe al dinero que envían los migrantes, segundo rubro de ingresos en el país.
Frente a la creciente inestabilidad política que paraliza la producción, el problema humano y económico que la ley de inmigración de la Unión Europea generará, no puede dejar de atenderse y preverse.
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