Los vascos creen que en la CAV viven el triple de inmigrantes que los que hay en realidad

Diario de noticias de Gipuzkoa, iratxe aguinaco, 25-06-2008

vitoria. Lo nuevo siempre produce miedo e incertidumbre. Y por ello, los mecanismos de defensa se activan ante lo que no conocemos o no estamos acostumbrados. Ésta es la explicación que dan los responsables del Observatorio Vasco de Inmigración respecto al barómetro de 2008 y a las múltiples contradicciones que, según las encuestas, tienen los vascos a la hora de valorar este fenómeno migratorio.

Y es que del estudio se deduce, en primer lugar, que los vascos no ven un problema en la inmigración dentro de Euskadi y mucho menos en lo que se refiere al día a día. En este aspecto, el paro, ETA y la vivienda copan la cabeza de la tabla de sus preocupaciones, citadas por más del 20% de la población cada una. Además, no sienten amenazada su identidad vasca ni el euskera por la llegada de estas personas. Son dos de los aspectos positivos que revela el informe en lo que se refiere a este colectivo, pero no los únicos.

Más de la mitad de los encuestados admiten ser partidarios de la diversidad cultural y asumen en su mayoría que las personas llegadas de fuera del Estado no deben perder sus costumbres ni su cultura para integrarse. Ahora sí, consideran que debe haber elementos comunes para la mejor convivencia y, como era de esperar, consideran que ese esfuerzo deben realizarlo los recién llegados . Así las cosas, consideran importante que todo el mundo comparta la misma lengua y que el resto de cambios se deben producir a partir de las costumbres y tradiciones autóctonas. Es decir, no hay problema con que los extranjeros pisen Euskadi siempre y cuando se amolden al lugar en el que residen. Quizá por ello, el 66,5% reclama para aceptarlos plenamente que renuncien a aquellos aspectos de su religión y cultura que estén en conflicto con la legislación local.

Y es que el temor velado a la realidad de la multiculturalidad en la que en principio se apoya, martillea la conciencia de los ciudadanos. Tanto que al preguntar qué porcentaje de la población es extranjera, su percepción refleja el triple del volumen de la inmigración real: la población inmigrante alcanza el 5,4% del total y los encuestados calculan que abarcan casi el 17%. Estos datos hacen que casi el 80% de la sociedad considere que el número de inmigrantes es demasiado o bastante alto ya.

con recelo Quizás por ello y con el objetivo de evitar una oleada migratoria poco probable, la sociedad es partidaria de que la población extranjera tenga acceso a la asistencia sanitaria y a la educación de sus hijos, pero no a otro tipo de servicios como asistencia jurídica, ayudas sociales, viviendas de protección o voto, salvo en el caso de que estén en una situación regularizada.

Y es que hay estereotipos que todavía perviven. Como el hecho de creer que acceden en mayor número a las viviendas de protección oficial, que reciben más dinero de lo que pagan con los impuestos o que viven más de las ayudas sociales que de su propio trabajo. Todo ello también viene a reflejarse en la encuesta, en la que se registra la preocupación que generan los extranjeros en la seguridad ciudadana para el 44,7% de los participantes, eso sí, diez puntos menos que en 2007.

Pero no todo son malas sensaciones. De hecho, lo que sí se admite es que la población extranjera produce un efecto positivo en la economía y hace que funcione mejor. Seis de cada diez personas asumen que su presencia permite ocupar puestos de trabajo que la población nativa no quiere. Aunque el 67,3% admite que los que vienen perjudican más a los pobres que a los ricos y el 41,4% asegura que los sueldos bajan como consecuencia de la llegada de este colectivo.

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