Desde otra mirada
Memoria frágil
Deia, , 23-06-2008La memoria es flaca, amnésica. En nuestra referenciada democracia griega clásica habitaban Atenas más de trescientas cincuenta mil personas, de las que apenas 40.000 eran ciudadanos con derechos civiles. El resto, esclavos, mujeres y metecos, simplemente estaban y trabajaban, pero no eran depositarios de derecho alguno, no de decisión, sino tan siquiera de participación. Existe honda preocupación ciudadana porque en el Estado ya se superan los 10 millones de nuevos metecos; número que a buen seguro seguirá creciendo, vía Barajas, vía cayuco o arrollando, literalmente, la línea fronteriza defensiva como hicieran el sábado por la noche en Melilla. Frente a la huida del hambre – miseria y de la desesperación, casi todas las fronteras físicas han resultado históricamente endebles y se me antoja que no será diferente ahora. Pero en esta Europa que se quiere fortificar con muros legales inexpugnables, a lo sumo aceptamos que vengan a trabajar, pero sin derechos civiles y que cuando terminen su contrato se vayan. Así lo ha entendido el Parlamento Europeo al aprobar la conocida como Directiva de la Vergüenza, normativa leonina literalmente “contra los inmigrantes”, donde bajo premisas socio – ideológico inquietantes se cercenan derechos civiles básicos y se crean limbos jurídicos de excepción y libre albedrío policial: retención e internamientos prolongados, expulsión de menores, no a la reunificación familiar, penas mayores para el mismo delito, expulsión sin garantía jurídica
son perlas del reciente Guantánamo a la europea. Olvidamos y hasta renegamos de nuestra historia de europeos – españoles – vascos/as que anteayer mismo resolvíamos las penurias económico – políticas en la emigración y ahora progresamos con la inmigración. De paso, arrojamos por la borda el logro de la Revolución Francesa de la igualdad de ciudadanía para todos. Lo preocupante es que al órdago de la derecha europea de Berlusconis y Sarkozys se haya sumado con entusiasmo de neoconverso la presunta izquierda europea, caso del gobierno español y eurodiputados del PSOE (ya perdió la O y ahora la S). Y si tanto ésta como aquélla se guían por las encuestas, el horizonte es aún más inquietante, porque augura un apoyo mayoritario de una timorata población europea a nuevas directivas cercenadoras de libertades arduamente conseguidas, como la propuesta de horario laboral a 65 horas semanales, la eliminación de la negociación colectiva de los trabajadores y hasta la reimplantación de la pena de muerte. Este camino de euroegocentrismo y frágil memoria podrá hacernos ganar batallas pero perder la guerra y terminar siendo extranjeros en nuestra propia tierra.
nlauzirika@deia.com
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